La Teoría del Conocimiento, de Nietzsche, tiene de admirable,
que nos inhabilita para conocer nuestros pensamientos,
y conocer el pensamiento de Nietzsche;
lo cual es ya un triunfo del Pensamiento, eso de no saber qué pensar;
y más que todo, eso de no saber qué pensar de lo que otros piensan;
pero, ¿qué más podemos pedir, a las diversiones discursivas de esos
grandes y solemnes sembradores de quimeras, que son los Filósofos?
lo que yo he amado más en los Filósofos, es el candor;
y, en gran parte de ellos, el Candor es toda su Filosofía.
Sócrates, el Divino Sócrates, amaba de tal manera el Sofisma,
que no pudo amar sino como Sofista;
y, el Amor, al cual dejó su nombre, no es sino
eso: un Sofisma del Amor.
El Amor propio, no es un Sentimiento, es la fuente de todos los
sentimientos; no es un Amor, es el alma de todos los amores;
no hay pasión, que no nazca de esa pasión; ni amor que no nazca
de ese Amor;
porque el Hombre no ama las cosas de la Vida, sino que se ama en
las cosas de la Vida;
cualquier gesto de Amor que el Hombre esboza, un gesto de Amor
propio es en el Hombre...
y, el Hombre que cae de rodillas ante el Amor, no cae de rodillas
sino ante él mismo;
todo Amor, es una Auto-Adoración.
El Poeta verdadero, no se exterioriza en el paisaje, ni se diluye
en él, hasta cantar con la voz del paisaje mismo, sino que,
absorbente como una cámara obscura, interioriza los paisajes, los
funde y los confunde con su propio Ensueño, y los obliga a cantar
dentro de su corazón, las músicas interiores de su propio Pensamiento;
porque el Poeta, no vive el sueño de la Naturaleza, sino que obliga
a la Naturaleza a vivir su propio sueño;
del mismo modo que un Artista, no vive el sueño obscuro y sin vida
de su violín, sino que obliga al divino instrumento, a modular
el vasto ensueño lírico de su propio corazón...
de su propio corazón... que es un Enigma.
Eso de expresar lo inexpresable, no pasa de ser una vaga expresión de
Orgullo Simbolista;
no hay nada inexpresable, para un corazón repleto de armonías, y
que sabe el secreto divino de las modulaciones;
en el arrullo de una paloma enamorada, hay más tiernas y ardientes
sinfonías, que en todos los poemas orquestales de Ricardo Wagner;
y, hay más vasta arquitectura musical, en el canto de un ruiseñor
bajo el Silencio de la Noche, que en una sonata de Beethoven, o una
serena creación de César Franck;
los divinos labios de Mallarmé, ¿qué no expresaron aún en su
sagrado silencio?
el lenguaje del Genio, es lo Infinito.
El ambiente mistenoso, y armonioso que se desprende del Alma y de
la Vida de las cosas, es de tal manera sinfónico, dentro de
nosotros mismos, que las más aéreas y suaves polifonías exteriores,
apenas si son como secundarias, en la ascensión vertiginosa de
nuestros grandes sueños líricos, por la escala luminosa
de nuestra Fantasía.
¿qué música igual a esa música?
¿qué armonía igual a esa armonía?
la vastitud, la magnificencia de nuestro lirismo interior,
llena y asorda en ocasiones; de tal modo, la acústica dolorosa
de nuestro corazón, que caemos ante él, vencidos y anonadados;
ebrios de nuestras propias armonías.
No hay silencios reales en nosotros;
la Vida y el Silencio, se excluyen;
lo que hay son grandes paréntesis de atonía, en que nuestro corazón
mudo, rendido sobre la púrpura real de sus evocaciones, monologa
fraternalmente con el Misterio;
oídlo;
no canta;
¿habla?
su voz escapa a toda reproducción de los ecos interiores, los
fenómenos de su modulación, son inasibles al mecanismo áfono
del pentagrama...
pero nada hay igual a la armonía del corazón en el silencio...
el Silencio, es el Himno del Corazón.
Las tormentas de lo Incognoscible, que se desencadenan dentro de
nosotros mismos, no son casi siempre, sino ridículas manifestaciones,
del vagabundaje de nuestros sueños.
La Estética de la Naturaleza, es simple, y permanece tal;
es la plasticidad de nuestra Fantasía, la que la complica;
la esencia del Arte, es naturista; sólo la floración
del Arte, es evocadora.
No hay sueños inmateriales, sino sugestivas aspiraciones hacia
el Infmito fundamental, es decir:
hacia lo Desconocido de la Materia;
no podemos escapar del dominio de la Materia, desde que no podemos
escapar de nosotros mismos;
de nuestro Yo, que es un fragmento de la Materia;
todo vuelo, toda escapada, fuera de ese Yo, es un vuelo de ese
mismo Yo, dentro de la Materia;
el Ensueño mismo, es material, pues que nuestro Espíritu no es,
sino una creación de la Materia, y la Materia misma.
Dentro de la Vida, no hay Misterio; no hay sino Ignorancia;
las revelaciones graduales de la Materia, a los ojos de la Ciencia,
son concesiones, no son conquistas;
la Materia se revela; no se viola;
la Ciencia no es una Violación.
Buscar un ritmo de expresión, en adecuación con lo Infinito, es hallar
su propia Estética; y ese es el secreto de todo Arte personal.
¿Escribir sobre un ritmo? eso es copiar;
crear un ritmo, eso es escribir.
El Genio Verbal, que es un Genio Musical, crea, en virtud de sus
facultades auditivas, llenas de misteriosas complejidades, propias e
inherentes a nuestra Naturaleza Personal; es decir, al fenómeno del
reflejo y repercusión del mundo lírico externo, en nuestro Yo,
lleno de sus complejidades fisiológicas, y aislado de todo otro
Universo, que no sea el de su Conciencia Individual;
las creaciones de ese Genio lírico Verbal, traducidas en fórmulas
visibles, es lo que en un Escritor se llama: Estilo.
Toda frase, todo verso, todo fenómeno de expresión verbal, es un
producto de nuestro Dínamismo Interior, puesto en movimiento por la
Sensación, y buscando, o mejor dicho, obedeciendo, al ritmo exacto
del Yo, tendente a crearse su propio movimiento de expresión;
y, eso también, es la génesis de un Estilo.
La Ironía, que Novalis, Schlegel, y los Idealistas alemanes, incrustan
en su Estética, como un Dogma de ella, y una parte integrante de su
propio Ensueño;
¿es una flor de los Jardines del Escepticismo?
¿es la única música que queda en el corazón amargo de los pesimistas?...
¡ay! tal vez no es sino la abeja del Idealismo, empeñada en tornar
en hiél, la propia miel de sus panales.
La Ironía, es un don exquisito y personal, que flota en los espíritus
superiores, como la niebla sobre los lagos más profundos, y se condensa
en una sonrisa, triste, como una flor que va a morir;
y, es una como manera de llorar por los labios, de aquellos que no
quieren llorar por los ojos;
es el rosal del Orgullo, que florece en sonrisas, después de haberse
rebelado a florecer en lágrimas;
la Ironía, es tan hija del Dolor, como la Elegía; sólo, que es una Elegía
que cantan aquellos que no tienen valor para llorarla.
La Fe es un estado de alma, lírico, en embriaguez de lo Desconocido;
toda Fe es una Aspiración Mística, aun aquella Fe que gira fuera de todo
sueño religioso; porque toda Fe es una ala tendida hacia el Misterio;
la condición de toda Fe es ser metafísica, es decir, extrahumana,
ilimitada y falsa;
los Iluminados, los Extáticos, los Esotéricos, es decir, todos los
Epilépticos, son Hombres de Fe, porque son pobres Seres de Debilidad;
toda Fe, es anormal.
Los que colocan la Fe, por sobre la Razón, es porque tienen muy poca
Razón; o no tienen ninguna;
y, esa Fe, es en ellos, una especie de Razón, sin Dignidad; la única
Razón posible a los seres inferiores.
La Estética de la Religión, no ha creado ninguna Obra Maestra;
es, la Religión de la Estética, la que ha creado las Obras Inmortales.
El Ideal Artístico, es representativo de una manera personal de
sentir y de pensar el Arte;
de ahí que los artistas geniales, todos hayan sido y sean,
artistas personales;
fuera de eso, puede haber Escuelas, Academias, y hasta. . . Arte;
todo;
menos: Genio;
no hay Genios colectivos;
el Genio, es personal.
El Alma de cada Siglo, se compone de una Élite Mental; cuatro o cinco
Genios, que se encargan de disculpar la vida viviéndola, y de mantener
vivo el Engaño de que hay un Dios, porque es viéndolos, que los
hombres conciben la Idea de la Divinidad.
La esencia y la debilidad del Amor, están en la necesidad de lo Absoluto,
que hay en él;
y, es la necesidad de lo Absoluto, la que haca lo contingente del Amor.
Un grande Amor, es siempre Único, en nuestra Vida;
si ha sido desgraciado, no ensayamos otros, por temor de hallar en ellos,
la misma desgracia; y si ha sido feliz, tememos no hallar en otros,
la misma ventura;
de todos modos, su recuerdo imperioso, llena nuestra Vida, y ahoga en
ella todos los amores, hasta el Amor de la Vida.
A cierta edad, se vive del recuerdo del Amor, más que del Amor mismo;
de tal modo, que si amamos, es para recordar que hemos amado.
En asuntos de Amor, el corazón envejecido se hace rumiante, y goza,
no en alimentarse de nuevos amores, sino en rumiar aquellos que
lo alimentaron;
y, el recuerdo de haber sido amado, es más grato que la Esperanza
de serlo aún.
El Amor, tiene un estómago de camello; aprovisionamos en él bastantes
combustibles para atravesar el desierto de la Vida, sin morir
de inanición...
y, si nos llega agonizar lentamente en la soledad, la sombra de un
grande Amor, nos hace compañía.
El Amor, pone en nosotros, el veneno de lo Absoluto;
de ahí, que el Amor, sea una fiebre cuya sed no se sacia jamás.
La Curiosidad, es el alma de los primeros amores de la Vida;
y, la Saciedad, es la muerte de casi todos los que le siguen;
porque saber, es el gran aliciente del Amor;
y, haber sabido, es la gran tristeza de él.
El fermento sentimental, enferma toda nuestra Vida sensitiva, y
llega a hacerla estéril;
es un morbo, que vicia aun nuestros mismos vicios, porque no hay un
vicio mayor, que el vicio del Sentimiento.
El cansancio de la Vida, nos enerva a veces tanto, que nos es necesario
un gran esfuerzo para encontrar nuestra Voluntad de vivir...
y, tenemos que descender a lo más bajo de nuestros instintos, al fondo
de nuestra cobardía, para encontrarla;
¿cómo es que al subir con esta Infamia sobre los hombros, su peso no
nos aplasta?...
¡ay! porque acaso nuestra Miseria, es mayor que nuestra Voluntad;
y, eso nos redime.
De jóvenes, ensayamos analizar nuestras sensaciones, y eso, nos hace
sufrir enormemente;
después, tenemos el placer, aún más cruel, de torturarnos, por la
Sensación del Análisis;
y, eso es ya la tortura suprema.
Amar el Amor, es más bello, que amar con Amor;
porque el Amor del Amor es inextinguible.
El Amor no es triste; el Amor es la Tristeza misma;
poned la mano sobre vuestro corazón enamorado, y decid;
¿dónde nace el rosal de las tristezas?...
Saber lo que se desea, es ya una forma de no desear, porque limitar
el deseo, es hacer inertes sus alas;
sólo el horizonte del Infinito, es apto a los vuelos del Deseo.
La Belleza del Amor está en nosotros, y no en el Amor mismo;
de ahí que podamos extenderla como un manto sobre las cosas que
amamos, y hacerlas bellas;
¡ay! cuántas veces, cuando levantamos ese manto, vemos que no había
bajo él sino un cadáver...
y, nuestro Amor era un sudario;
y, habíamos embellecido las podredumbres de ese cadáver, extendiendo
sobre él, el manto de nuestro Amor...
Analizar el Amor, es como despedazar una rosa, para buscarle su perfume;
es, cuando no queda nada de la rosa, que vemos con pena que hemos
matado a un tiempo mismo, el perfume y la flor.
El sueño barresiano, de hacer del Amor una Obra de Arte, es ignorar
por igual, el Arte y el Amor.
El Pensamiento, complica el Amor, que el Sentimiento simplifica;
y, eso, porque pensar el Amor, es ya una manera de no sentirlo;
hay que cerrar los ojos sobre el Amor, como sobre todos los abismos.
Lo que da mayor fuerza al Amor, es saber que va a morir;
es ésa la razón de todas las ternuras que le prodigamos.
Todo amor que es consciente, deja de ser espontáneo, y el Amor que no
es espontáneo, se parece extrañamente al interés.
Perder la Conciencia de Sí Mismo, es entrar plenamente en la
Conciencia del Amor.
La Vida, es una maravilla que nos fatiga pronto y, muerta la maravilla,
no sabemos qué hacer de la Vida que nos queda.
Saber sufrir, es la verdadera distinción de un espíritu;
las espinas, no coronan sino las frentes muy altas;
las rosas, lo coronan todo.
Sufrir, es tonificar virtualmente el corazón;
es enorme la cantidad de pureza, que un gran dolor
acumula en nosotros;
el Dolor, como el fuego, purifica, pero, el Dolor como el fuego,
consume...
y, no nos purificamos, sino a precio de morir.
Nunca se ve tan bello el Sol, como después de haber llorado;
he ahí, por qué cuando ya no podemos llorar, el Sol, como la Vida,
pierden a nuestros ojos, la mitad de su prestigio.
¿Habéis sentido una impresión igual, a la de cubrir de besos unos ojos
muy amados, que acaban de llorar?
sólo el sol, debe sentirla igual, cuando se mira en el cristal de un
lago, por el cual acaba de pasar la tempestad.
¡Llorar! eso restablece el equilibrio del corazón;
¡qué árida, qué dura es la Vida, cuando ya se ha secado en nosotros
el manantial de las lágrimas!...
la Vida, se hace el peor de los desiertos, cuando el Cedrón del llanto
secó su cauce, y no lleva ya su regadío al pobre corazón, hecho estéril
por falta de llorar...
el Dolor no es verdaderamente el Dolor, sino cuando ya nos es llegada
la hora de no poder llorar sobre él...
Hacer literatura en el Amor, puede ser una diversión de literatos, pero,
no de enamorados.
En hacer nuestras monografías personales, encontramos un placer tan
amargo, como en repasar una colección de retratos, de nuestra
adolescencia... ¡una exhumación de cosas blancas, bajo el candor de
cielos muy remotos!
¿por qué duerme siempre en el fondo de nuestra alma, un perfume de
viejas rosas olvidadas?...
el Hombre, haga lo que haga, y diga lo que diga, será siempre un
animal sentimental...
iba a decir que el único animal sentimental;
pero, yo he visto llorar un perro, un perro que me amaba...
y, en los ojos de aquel perro, vi por primera vez la sinceridad
de las lágrimas.
La Retórica y el Amor son rivales;
todo Amor, estilizado por la Retórica, es un Estilo, no es un Amor;
el Amor verdadero, es vulgar, enigmático, y antiartístico, como
la Vida misma;
esta miserable Vida Humana, de la cual el Amor es, hijo y padre al
mismo tiempo;
¡la Vida!...
¿quién puede ser indulgente hacia la Vida?...
Los pequeños discípulos de Stendhal y de Barrès, nos hablarán
siempre del Amor, y no nos lo harán conocer jamás;
simplemente, porque eso que ellos conocen, no es el Amor.
El Amor, que aprendemos en los libros, no nos sinve para nada en
la vida;
y, el Amor que nos enseña la Vida, no nos sirve nunca para ponerlo en
los libros...
de los libros y de la Vida, se forma un solo amor que es el que
embellece el fin de nuestra Vida: el amor delicioso de los libros.
Loveless, no es el Amor;
Loveless, es: los Amores;
el Amor verdadero, no admite el plural;
es Uno, en Una Vida;
la llena y la sobrepasa;
de todo lo que hemos tenido en la Vida, el Amor es lo único que
llevamos al sepulcro: todo lo demás queda sobre la Tierra;
desde que hay varios amores, ya no son el Amor;
son los satélites, no son el Sol;
el verdadero Amor es bello, es implacable, y es Único: como el Sol.
La más alta expresión del Amor, es el Sacrificio; y, sin embargo,
es la más absurda.
El Amor, lleva en Si, el Instinto de Dominación; se impone como un
yugo; o se sufre como una servidumbre.
La Libertad, no existe en el Amor;
dos seres libres, podrán ser todo, menos dos amantes.
Conocer los móviles de los actos humanos, sirve para juzgarlos, pero
no para evitarlos;
nunca se es más clarividente, que al día siguiente de una catástrofe;
todos, hasta los topos, abren los ojos después de una caída;
pero, a condición de volverlos a cerrar...
y,... volver a caer...
porque la Experiencia que nos enseña a evitar las desgracias, no nos
enseña a conocerlas;
de ahí que no podamos eludirlas;
y, la primera condición de la Experiencia, es la de ser Inútil.
Todo sentimiento, que no tiene el Egoísmo por esencia, no es un
Sentimiento, es una Aberración.
El Altruismo, no es sino un Egoísmo bastardo, que se avergüenza de su
propio nombre, y que teniendo todas las condiciones de aquél, no le
falta sino la sinceridad.
El Amor de la Sinceridad, se opone casi siempre, a la Sinceridad
del Amor.
Las exaltaciones desproporcionadas del Amor, son las grandes crisis,
que se oponen, felizmente, a su duración; porque lo gastan.
En Amor, hay cierto pudor de no mostrar a los demás ciertas actitudes
íntimas de nuestro corazón, porque son casi siempre, muy bajas, y
siempre muy grotescas, pues el fondo del Amor, es lo grotesco, aun
cuando esboce los mayores gestos trágicos.
Ótelo, es terrible;
pero, ¿quién quita a Ótelo, lo ridículo?...
El Amor, no se degrada nunca, porque él, es de por Sí una degradación.
La prueba definitiva de la Libertad en un Espíritu Libre,
es libertarse del Amor.
La condición primera del Amor, es hallar todas las condiciones,
halagadoras a su servidumbre;
la Esclavitud del Amor, no tiene enemigos entre sus esclavos; y éstos,
son los únicos siervos, que tienen miedo a la Libertad;
y, es que en efecto: es muy triste verse libre del Amor;
tal vez, porque era un Déspota, al cual, despotizábamos con gusto.
Razonar sobre el Amor, es estar fuera de él.
Todo Amor, es místico, porque todo Amor vive del Misterio;
del Misterio del corazón, que no se revela jamás;
y, todo Amor, es Amor Divino, porque lo único divino de la
Tierra es el Amor.
Hay dos cosas, que no olvidamos nunca en las mujeres que hemos amado:
los labios, y las manos; porque es con ellos, nos han acariciado, y con
ellas, que nos han herido.
Amor que se cristaliza, no es ya Amor, es un hábito; como un Hombre
embalsamado, no es un Hombre, es un cadáver.
Hay sentimientos, que nos asombramos de haberlos inspirado;
pero hay otros, que nos asombramos aún más de haber sentido;
y, quedamos absortos, no sabiendo explicarnos, qué es más triste,
si haber sentido ciertas pasiones, o haberlas inspirado.
Ciertas comedias del Amor Sentimental, jugadas en nuestro corazón,
bastarían para disgustarnos de la Sentimentalidad, si ella misma,
no se hubiese apresurado a morir avergonzada, bajo las cenizas de
los mismos absurdos sueños que inspiró.
El Dolor, no es nunca inútil, porque cuando no nos enseña a
despreciar la Vida, nos enseña talmente a detestarla, que nos
precipitamos hacia la Muerte, ebrios de ese Desprecio;
y, ése es el más bello Triunfo de la Vida.
Tal vez la Ventura, está en la Vida, pero, en dosis tan precarias,
y tan fugaces, que apenas si nos apercibimos de haberla tenido
alguna vez en nuestro corazón, tal esos pájaros del trópico, que no
se les puede coger, sino a condición de verlos morir entre las manos;
si no fuera fugitiva, no sería la Ventura.
Tener miedo de la Ternura, es la manera más estéril de ser tierno;
y, ese miedo a enternecerse, es propio de aquellos que ya están
enternecidos, y quieren huir de su propio corazón;
enternecerse es revelarse;
y, ¡ay del Hombre que se revela!...
Pretender enseñar a las mujeres a Sentir, es pretender enseñarles a
ser madres, que es su misión sobre la Tierra...
pensar alto...; he ahí lo que no es posible enseñar a las mujeres,
que — como la mayor parte de los hombres — no piensan sino a la
altura de su Sexo, porque es en el sexo, que han fundido el cerebro
y el corazón.
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