Saturday, August 13, 2011
III
En la juventud, adoramos, por el solo placer de adorar;
y, ¿después?... fingimos que adoramos, por el estéril y vano placer
de ser adorados...
he ahí por qué en la juventud somos siempre vencedores, y en la
edad madura, somos siempre los vencidos;
y, es, que en la primera mitad de la Vida, nosotros triunfamos
del Amor; y en la segunda, el Amor mismo, no se digna triunfar
de nosotros;
y, es la edad en que llegamos a la Gloria, aquella en que nos expulsan
del Amor;
¡triste consuelo para aquellos que después de haber tenido la gloria
del Amor, son bastante débiles para tener aún el amor de la Gloria!...
En las primeras pasiones, adoramos con vehemencia, porque no hacemos
sino adorar nuestra propia Ilusión;
después, adoramos con prudencia, porque lo que hacemos, es adorar el
fantasma de esa Ilusión ya desvanecida...
y, nuestro gesto de Adoración es triste, como aquel con que se oficia
ante las cosas muertas.
El Amor, que se hace clarividente, se hace cruel;
ver su pasión desnuda, lo llena de un Odio violento hacia ella; odio
que no es sin embargo, sino un Amor desenfrenado, tanto más cruel, cuanto
que es más consciente y más fatal.
Para coleccionar sus emociones, se necesita no estar ya emocionado;
y, eso de coleccionar amores muertos, es una pasión de naturalista,
pero no de enamorado;
la Muerte, no enseña nada, ni siquiera a morir.
En todas nuestras pasiones, amamos con el pasado, un pasado muy remoto,
que nos viene de fuentes ancestrales;
de ahí la resurrección de ciertos gestos del alma, que nos sorprenden a
nosotros mismos, y que son como el aparecimiento del rostro de la Raza,
en el fondo de nuestro propio corazón...
¿por qué esbozó ese gesto de Muerte sobre la Amada, aquel Hombre que era
todo Mansedumbre?
¿fué él?
¿no fueron las manos invisibles y terribles de la Raza, las que
estrangularon?...
¿sabe él, a qué hora, el Pasado, el Inexorable Pasado, tomó el Imperio
de su corazón?...
¿quién no ha sentido el Pasado, el terrible Pasado, correr por su
corazón,como un río tenebroso, cargado de Fatalidad?...
¿quién no ha sentido el aullido del Pasado, sonar en su corazón, como
el rugido lejano de una selva de leones?...
Después de cierta edad, se pacta con el Amor, como con la Vida, porque
no se tiene el valor de romper definitivamente con ellos;
y, nuestros últimos amores, como nuestros últimos días, no son ya, sino
la debilidad del que no puede defenderse;
la última Cobardía.
Los más grandes amores, son los más dolorosos; aquellos, en que las rosas
mismas, se hicieron espinas para desgarranos;
¿por qué el corazón ama más el recuerdo de esos amores, que el de aquellos,
en que las espinas mismas, se hicieron rosas, para coronarnos?
Cuántas veces en el Amor, gozamos con una ventura que no es aquella que
tenemos entre los brazos...
en los ojos de muchas mujeres, cuando se cierran bajo vuestros besos y
se abren después, tenebrosos, como un cielo de borrasca, ¿no os ha parecido
ver la imagen de otro sueño, extático allí, como un pájaro prisionero en
el cristal de esas pupilas?
¿no os ha parecido que esos labios, que se os tienden como dos llamas,
al besar, besan a otro?...
a otro, muy lejano, muy triste, muy ausente...
y, esos labios, a veces se hacen fríos, como si hubiesen besado la Muerte!...
Cuando una gran pasión, ha devastado nuestra Vida, vivimos siempre de
rodillas ante ese Amor, desaparecido del horizonte, pero, no de nuestro
corazón;
y, cualesquiera que sean los gestos de nuestro Espíritu, tenemos el rostro
siempre vuelto hacia el Pasado.
La mayor parte de las veces, no ensayamos amar, sino para recordar aquel
que hemos amado;
y, nuestro Amor, es entonces una Oblación.
La crisis actual del Idealismo, que parece declarado en quiebra hasta en
la mente misma de los poetas, que se han puesto a fatalizar con Verhaeren,
¿es debido al imperio de los filósofos alemanes en el pensamiento
contemporáneo?
sin duda.
Schopenhauer, es de un materialismo, triste, nebuloso y, brutal.
Nietzsche, es el antípoda del Idealismo;
¿habrían sido otras las corrientes de la mentalidad contemporánea, si el
genio inglés, hubiese presidido o dominado la evolución del pensamiento
actual?
no cabe duda;
los ingleses, que son la brutalidad sobre el mar, son la Idealidad sobre
la tierra;
eso, os prueba, la mentira de las razas, y la verdad de las civilizaciones;
los ingleses y los alemanes, son sajones, y sus civilizaciones son
diametralmente opuestas;
el inglés, bajo su máscara de frialdad, es un sentimental;
el alemán, bajo su aspecto de filósofo es un tendero;
los filósofos ingleses, aun aquellos dados al manejo de los problemas que
más pueden interesar a la democracia y a la plutocracia, un Herbert
Spencer, un Stuartn Mill, se conservan infantiles y sentimentales en el
fondo de su Filosofía;
no Hay para qué hablar de los poetas, de Wordsworth, a Meredith, ni de los
intelectuales de todos matices, un Disraeli, como un Kingsley, Tennyson,
como Morris, Denison Maurice, como Euskín;
¿para qué hablar de los prerrafaelistas, de Dante Gabriel Rossetti, o
Maurice Fitz-Gerald, de Lelslie Stephen o Sir Francis Burnand o de aquel
enorme y luminoso Algernon Charles Swinbume?
el Idealismo, ha sido y es legión en Inglaterra;
y, en el siglo anterior fué una Religión que se movió bajo el gesto de
un Apóstol: Carlyle.
Carlyle, no fué el idealista; Carlyle, fué el Idealismo;
nunca, en la tormenta vertiginosa de los siglos, el vuelo del Idealismo,
se detuvo en una cima más alta, que en el alma de Carlyle.
Carlyle y Emerson, son en mi sentir, los dos más grandes pensadores que
hayan escrito en la lengua antieufónica de Shakespeare.
Carlyle, más filósofo, de una Filosofía panteíste a la alemana.
Emerson, más esteta, de un estetismo platónico y ferviente.
¿por qué estos dos pensadores, tan dignos del Dominio Mental del
mundo, no lo dominan con sus efluvios?
¡ay! ¡porque el Sol del Espiritualismo declina sobre las últimas cimas
de la tierra calcinada !...
¡los dioses se han ido! sus apóstoles se irán, cerrando los templos
ya vacíos;
y, de los fragmentos estériles de los ídolos, no podremos hacer nada...
ni siquiera hacemos un nuevo dios;
y, qué grandes esos dos apóstoles alzados en la cima enorme de las
creaciones espirituales, empeñados en extender ante nosotros, el velo
portentoso de la Ilusión, tras del cual debía ocultarse el rodar
sinuoso de las estrellas...
Carlyle, imperioso, rugoso, nudoso, como un dios de caverna primitiva.
Emerson, suave, grave, como un Efebo pensativo, que hubiese escapado
de Atenas, estremecido aún por las últimas palabras de Platón.
Carlyle, musculado, esquelético: un busto de Filósofo.
Emerson bello, mórbido: una cabeza de Artista.
Carlyle, el Genio, sin la Gracia.
Emerson, toda la gracia del Genio;
la Profética en descenso, de Isaías a San Juan;
la gracia, es un afeminamiento, un principio morboso de decadencia;
¿no creéis observar, entre Carlyle y Emerson, el mismo fenómeno mental,
habido en la Antigüedad, entre Esquilo y Sófocles?...
Emerson, es a Carlyle, lo que Sófocles, fué a Esquilo: el afeminamiento
del genio.
Sófocles, fué un Esquilo, mentalmente hembra, como Emerson parece una
hembra espiritual del Genio de Carlyle;
esa delicuescencia de la rudeza y de la agresividad, sin duda, aumenta
la Belleza, pero, pierde el dominio de la Fuerza; de todos modos, es el
principio de una decadencia;
de Sófocles, se va en declive hasta Pratinas...
¿y, de Emerson?
¿a quién?
¿a Kipling? no;
¿a Wells? no...
¿más abajo? sí...
fuera de Inglaterra...
fuera de la Literatura;
fuera del inglés...
¿a dónde?
al dialecto bárbaro, y la literatura electoral de Teodoro Roosevelt...
¿literatura de reportero?
menos;
¿literatura de monos?
casi...
literatura de un mono, que hubiera sido un reportero.
Antes de la invención del diarismo, la reputación se conquistaba;
ahora, se compra;
felizmente, la Gloria, ha permanecido siempre fuera del Soborno;
y, el tumulto, no puede dar ni arrebatar un solo esplendor, al sagrado
esplendor de su serenidad.
Vengarse de una mujer que no ha querido amarnos, es tan insensato, como
vengarse de un peligro del cual hemos escapado.
Los hombres, que se quejan de una mujer, porque deja de amarlos, serían
capaces de matar a su Médico, porque los ha salvado de la muerte.
Los placeres, no nos enseñan nada, y nos cuestan mucho;
en cambio, los dolores, que nos enseñan tantas cosas, no nos cuestan
casi siempre sino el triste precio de nuestras lágrimas...
y, las lágrimas vienen del Dolor, pero, no son el Dolor;
son el Alivio;
y, es que el Dolor, al licuarse, se convierte en el Consuelo.
Un escritor que compra su reputación, tiene derecho a despreciar a los
hombres que se la venden, siquiera sea, para vengarse, en parte, del
desprecio que a ellos les inspira.
Creer que engañamos a los otros, es la manera más amable de engañarnos
a nosotros mismos;
es una de las cosas, que nos hacen más felices;
y, más... ridículos.
En los siglos pasados, los grandes artistas tenían la fortuna de amar
la Gloria;
estos abominables vencedores de hoy, no tienen otra Gloria, sino amar
torpemente la Fortuna;
y, es a la protección oficial, que se debe este arrivismo vencedor;
porque lo que se ha dado en llamar, protección del Arte, no es sino
la corrupción del Arte;
de ahí que toda Exposición de Arte, no sea sino un mercado de esclavos,
aptos para la venta...
La admiración no se siente, si no hay un lado por el cual podamos
inspirarla.
Confiar absolutamente en la Esperanza, es mostrarse digno de ser engañado
por ella.
Hacer la Virtud, imposible, es el modo que las religiones han encontrando
de hacer el vicio fácil.
La estimación, dura más que el Amor, porque la violencia no la gasta,
pero, es un sentimiento tan mediocre, que no logran inspirarlo sino
las medianías;
es uno de esos sentimientos larvados, tan borrosos, que no se logra
hacer de ellos nunca una pasión.
El amor a la Gloria, que hace casi siempre la fortuna de los pueblos, no
logra hacer nunca sino la desgracia de los individuos.
Los necios, hacen bien en desprecia a los hombres de talento, porque
éstos, se empeñan casi siempre en buscar su aprobación; lo cual los
coloca a sus ojos, por debajo de su propia necedad y, tienen razón.
El Consuelo de los que no tienen talento, es considerarse superiores
a los otros, por el corazón;
y, no se engañan, porque es, por el poder de esa entraña, que ellos
son la crisálida de los Héroes y de los Mártires.
Mostrarse contento de su suerte, es ponerse a la altura de ella;
he ahí por qué tantas fortunas mediocres, hacen felices a tantos hombres.
La moderación de los fuertes, no es casi siempre sino una prueba
de su desdén, como la moderación de los mediocres, no es sino el talento
de su debilidad.
La Fuerza, no es nunca insolente; es simplemente arrogante.
la Insolencia, es el privilegio de los débiles que tienen un momento
de fuerza, o que olvidan locamente su debilidad;
es pasión de mujeres y de esclavos.
La Pobreza no impide tener vicios; lo que impide es satisfacerlos; he
ahí por qué la Pobreza, corrompe más que el oro; porque con el oro, se
gozan los placeres, y sin el oro... se fingen;
he ahí la crueldad de la Pobreza, que expulsa al hombre de todo,
hasta de la Naturaleza misma.
El Destino, ha querido que la Vida y la Felicidad, no puedan comprarse;
de ahí que la Muerte y el Dolor, sean las únicas formas de Igualdad, que
conocemos sobre la tierra.
El Talento de los otros nos divierte, y el de nosotros nos entristece
casi siempre;
y, es, que los demás nos muestran la parte amable de su corazón, y
nosotros, no podemos ocultar a nuestros ojos, las partes lamentables
del nuestro...
y, temblamos... porque nuestro Talento es la antorcha que inclinamos
sobre el abismo de nuestro pobre corazón...
¿cómo reír?
no se ríe ante un lecho de torturas; ni en presencia de un ser
que va a morir...
La Diplomacia, fué en otros tiempos, la Ciencia del Disimulo;
y, hoy, la Ciencia, está de tal manera ausente de la Diplomacia, que
para los pocos que la poseen, la Diplomacia tiene que ser: el Disimulo
de la Ciencia.
El Silencio, no ahoga nada en nuestra alma, y todo lo hace florecer
en ella.
Nuestros jardines interiores, viven del Silencio y en el Silencio, y
es, en ese suave crepúsculo de cielos íntimos, que las manos diáfanas
de la Meditación, cultivan con sus caricias, las grandes flores de
nuestro pensamiento.
Con la Palabra hablamos a los demás; con el Silencio nos hablamos
a nosotros mismos; y nunca la sonoridad esplendorosa de la palabra,
igualó al esplendor del Sol del Silencio, brillando sobre el
Abismo de nuestro corazón.
El Subconsciente, que dicta las divinas palabras que el Genio dice a
la miseria infinita de los hombres, no gusta de decirlas sino en el
seno armonioso del Silencio, porque sabe bien que el Silencio, es el
hermano de la Eternidad; y, para la Eternidad son dichas esas palabras;
grandes como la Eternidad...
¿Quién no conoce la voluptuosidad que trae en sí, un minuto de exaltación
del Yo, en el Imperio del Silencio?..
¿quién ignora esos minutos, de radiosa auto-contemplación, que llegan
hasta el Éxtasis, en el seno aletargado de las Reminiscencias?
todos los rayos de nuestro Espíritu, radian en nosotros soberanamente,
y en plena foración de nuestras energías interiores, oímos con encanto
la vibración de nuestra propia Vida;
y, escuchamos absortos, las músicas secretas de nuestro propio corazón
poblando ese Silencio;
el valle letárgico de los recuerdos, se puebla entonces de sonidos
misteriosos, vagos, como la Inmensidad, y sobre la ruina de las palabras,
la Evocación misteriosa del Pensamiento, despierta las más extrañas
armonías que sea dado escuchar a las tristezas íntimas de nuestro corazón,
absorto, en presencia de su propia Soledad y de su propio Dolor.
La música del Silencio, es la sola música que no se olvida jamás.
Nuestra alma, es casi siempre,,un mundo ignorado de nosotros mismos;
y, sus sombríos mares de Belleza Interior, no nos son revelados, sino
cuando el rayo de un gran dolor los ilumina, antes de pulverizar nuestro
corazón;
es entonces que vemos su tenebrosa profundidad, y nos sentimos asordados
por el rumor de sus tormentas.
Los grandes gestos espirituales, de los sembradores de Ideas, no se pierden
nunca, porque siembran con las manos tendidas hacia la Esperanza;
y, la semilla que se arroja en los prados de la Esperanza, florece
siempre, en flores de Ilusión;
y, no hay más que la Ilusión sobre la Tierra;
la Realidad, está en el cielo;
¿y, el cielo?
en la Ilusión.
Las almas que creen en Dios, deben sentir un gran miedo, cuando creen
ver reflejarse en el abismo tan triste de su corazón, la Imagen del Eterno;
¡cómo se rompería el débil corazón del Hombre si recibiera alguna vez la
visitación de un Dios, en esa entraña miserable !...
si la Ilusión de Dios, basta para hacer temblar al Hombre;
¿qué sería su siniestra Realidad ?...
el Hombre y Dios, son incompatibles.
¿Hablar?...
¿no sentís que en ciertos momentos, hablar es la forma más insolente de
vuestro Desdén?
tenéis necesidad de expeler algo impuro de vuestro corazón, y habláis...
y, por la esclusa de la Palabra, sale el detritus de tantas cosas
lamentables, que fermentan en el fondo del Ser;
y, en tanto, adentro, en lo más hondo de vuestro corazón, el río del
Silencio corre majestuoso y sonoro, diciéndoos; cosas irreveladas de
Armonía y de Belleza, hacia los mares inmóviles de la Eternidad.
La Melancolía es el más bello crepúsculo, que puede embellecer con sus
celajes, el cielo de nuestro corazón;
la Melancolía, es una suave y divina forma del Dolor, que todo lo
ennoblece;
la Melancolía, es el Alfa y el Omega del Amor;
porque el Amor, es un día prisionero, entre esos dos crepúsculos;
¿no sentís, cómo el alba de todo Amor, es una vaga Melancolía, que no
os explicáis bastante?
y, el final de todo Amor, ¿no es una honda Melancolía, que os explicáis
demasiado?
y, es la Melancolía, con sus suaves manos de Crepúsculo, la que acaricia,
el principio y el fin de nuestros días...
¿el principio? con la Melancolía del Amor para el cual vivimos;
¿y, el fin? con este suave y divino Amor de la Melancolía,
en el cual morimos.
como en un crepúsculo.
La perpetua renovación de los grandes Espíritus, es lo que hace su
perpetuo encanto;
espíritu que se cristaliza en una actitud, es como un cuerpo, que
se inmoviliza en un ataúd;
es la momia de un Genio, ataviada, como la de un Faraón; pero,
una Momia;
todo el oro de sus brocados, no alcanza a darle un átomo de Vida;
la Tradición, es la momificación;
el Soplo del Pasado, petrifica los espíritus.
La esencia de las Religiones, no es precisamente, la Fe en un Dios,
sino la Fe en una Verdad;
de ahí, que el Hombre, que cree diariamente descubrir nuevas verdades,
se da diariamente nuevos dioses, y, creyendo libertarse de las
religiones, no logra sin embargo, salir de la Religión;
y, eso, porque mientras el Hombre crea que existe una Verdad, tendrá
Fe en ella; y, toda Fe, es una Religión;
y, de profesar la Religión de la Verdad, a creer en la Verdad de una
Religión, no hay sino un paso;
si lo hay...
La creencia en Dios, es sin duda, una disposición a toda religiosidad;
porque el Hombre que cree en Dios, está maduro para creer en todos
los absurdos.
Se proclama muy altamente hoy, la Filosofía Científica;
¿no sería mejor decir: la Ciencia Filosófica?
porque;
¿es la Ciencia la que ha entrado en la Filosofía?
o,
¿es la Filosofía la que ha entrado en la Ciencia?
juego de palabras, me diréis; y, ¿qué juego de palabras, no es un
juego de ideas?...
Aspirar a desenmascarar o a eliminar las falsas verdades, es ya, tener
una Fe en una Verdad;
y, yo no sé, en qué, el Despotismo Científico que padecemos, sea más
libre, que el Despotismo Teológico que le precedió;
y, eso, porque toda Fe, es una Tiranía;
y, cambiar de Fe, es cambiar de Servidumbre;
sólo la Duda es libre.
Es verdad que un Hombre de Genio, puede inspirar aún en la edad madura,
grandes amores;
pero, él sabe que el Amor que inspira un Hombre de Genio, es un Amor al
Genio, y no al Hombre;
y, he ahí por qué el Hombre de Genio, daría todas sus victorias como
Genio, por una sola de sus victorias como Hombre;
pero, es ya tarde;
y, es necesario resignarse, a que se cumpla por nosotros, la Ley de la
Naturaleza, esperando que la Naturaleza acabe de cumplir en nosotros su
Inexorable Ley;
y, nos devore.
Cuando veo el calor de estas polémicas, que el reciente libro del Doctor
Binet, sobre la Fisiología del Cristo, ha suscitado, me siento muy triste;
y, me pregunto;
¿qué es, lo que hemos andado en el camino, no ya de la Libertad, sino de
la Dignidad del Pensamiento?...
¿cómo es posible que a estas alturas de la Cultura Mental, después de
Voltaire, después de Strauss, después de Benán, de este mismo Binet, y
de otros tantos, haya quien se detenga ante esa Impostura, de la Divinidad
de Jesucristo, y se ocupe de refutarla?
¿cómo es posible que hombres serios se ocupen en discutir seriamente
estas groseras supercherías?
es deshonrar la polémica, polemiquear sobre estos absurdos, que no viven
ya, sino en las mentes de monjas analfabetas y campesinos intonsos;
perseguir tan abyectas formas de Cretinismo, es la manera más ruin de
cretinizarse.
En analizar nuestro Placer, hay un secreto Dolor;
y, hay en analizar nuestro Dolor, un gran Placer;
y, eso, porque analizar es destruir;
y, sentimos un gran alivio, haciéndonos la Ilusión de destruir
nuestro Dolor.
La Fe Religiosa, murió sin haber logrado hacerse una Ciencia;
la Ciencia, más afortunada, ha logrado convertirse en una Fe;
¿son más felices los hombres de hoy, con su Fe Científica, que lo
eran ayer, con su Fe Metafísica?
¿saben más de su Destino?
¿no sufren ya el Dolor?
¿murió la Muerte?...
Dios fué incapaz de consolar al Hombre;
la Ciencia, que ha suplantado a Dios, ¿podrá consolarlo?...
¿el Alba del consuelo va a asomar sobre los cielos, y el torrente de las
lágrimas va a secarse?...
¿no será ésta una Ilusión, que se abre sobre otra más alta colina
de Ilusión?...
¿no será ésta, una Impotencia, que abre sus brazos sobre la Cruz de
otra Impotencia?
¿y, sobre la Impotencia de la Cruz?...
El Feminismo, no es otra cosa que la Democracia del Hogar;
y, como la Democracia, no ha sido en el mundo sino la revancha de los
siervos, toca a los maridos del porvenir, la envidiable suerte de
sufrir la más cruel de todas las tiranías: la del esclavo libertado;
eso, si aun hay maridos en lo porvenir.
El Feminismo, libertando a la Mujer de su mentida Esclavitud, libertará
al Hombre de su Esclavitud verdadera;
y, eso, porque el Triunfo del Feminismo, será la Desaparición del
Matrimonio;
la vieja Bastilla del Hogar, será asaltada y será saltada por manos
de la Mujer;
vale la pena de vivir, para ver esta gran aurora de la Libertad del Hombre,
aparecer sobre la Tierra;
es el fin del Amor.
Ese descenso moral de la Mujer, que se llama el Feminismo, es una
abdicación de su vieja Soberanía, que los hombres deben apresurarse a
aceptar...;
las mujeres están hastiadas del Respeto que los hombres les tributan, y
abdican de él;
no esperan ser destronadas;
bajan voluntariamente del trono; y arrojan su corona al arroyo;
y, entran al arroyo, detrás de su corona;
y, ¿aun hay hombres que se oponen a esta Abdicación?
he ahí una raza de esclavos bien enamorados de su cadena...
El Feminismo, es algo más que una forma aguda de histerismo, es un
espectáculo de degeneración, altamente consolador para el Filósofo,
que veía con amargura, el culto refocilante de la carne, hecha la
Soberana del Mundo;
es un suicidio colectivo, delicioso, bello, como debió ser a los ojos
hastiados de un Quirite, un combate de fieras en el Circo.
La tristeza de ciertos amores ocasionales, viene de que en el momento en
que se sienten tan cerca los cuerpos, se sienten tan lejos los espíritus...
y, las almas que se huyen, están a una distancia estelar de los cuerpos
que se tocan;
en esos goces de la epidermis, desesperantes, justamente a causa de ser
superficiales, no podemos poner sino la parte más despreciable de nuestro
Yo anímico, la parte más vil;
y, sin embargo, ese acto de epilepsia sin grandeza es el Amor, todo
el Amor...
fuera de eso, no hay sino la Comedia del Sentimiento, que no deja en el
alma sino el sentimiento de toda Comedia que se acaba;
el Amor Sentimental, es la careta del Amor carnal; detrás de él, asoma
el rostro poderoso de la Sexualidad, que es el alma toda del Amor...
y, como el alma del Amor es triste, he ahí porqué es tan triste el Amor
ocasional de que os hablaba;
¡triste como la vida!
¡oh! ¡que la Chair est Triste!...
Para amar la Vida, es necesario amar el Dolor de la Vida;
porque;
¿qué es la Vida sino un Dolor?
¿No habéis sentido muchas veces, algo como una pena, en amar con
brutalidad ciertas almas de mujer, que os han parecido
extremadamente delicadas?
algo así como el escrúpulo de un pájaro que temiese romper una flor al
extraer su néctar;
eso también es un miraje de nuestra Vanidad;
y, como el Amor Propio, es el alma verdadera de todo amor, cegados por
él no queremos comprender, que al embriagarnos con la miel de aquellos
labios, no somos siquiera el ave que la hace temblar, sino una abeja
prisionera del cáliz de la flor...
y, que muere del néctar que ha bebido.
Tal vez toda la Tragedia del Amor femenino, está encerrada, entre las
rosas que caen de las pálidas manos de Ofelia, y la sangre que chorrea de
las rojas manos de Lady Macbeth;
entre el Ensueño y el Crimen; la Locura y la Muerte...
dejad un lugar también, para el alma de Electra;
y, el Horror será completo; como el Amor, del cual es hermano;
¡qué cosa tan vil y tan alta, tan radiosa y tan tenebrosa es el Amor!
definirlo es no sentirlo;
pero ¡ay! tal vez es haberlo sentido;
y, en ese caso, es añadir al horror de la Tormenta, el horror
de la Muerte.
Desconfiad de aquellos hombres sin amores;
ellos, han sido todo el Amor.
De todas las señales de luto en una alma, tal vez no hay una más grave
que el odio del Amor; porque es el luto del Esclavo que no ha perdido
todavía el torpe Amor del Amo.
Las almas solitarias, son como una Cruz clavada en el desierto;
llaman con sus brazos abiertos, todas las tempestades del Cielo,
y todos los cataclismos de la Tierra;
y, los cielos crueles, permanecen serenos, extendiendo sobre ellas,
su pasmosa serenidad, como un reto;
y, ¡la Tierra no tiembla, como herida de estupefacción ante tanta
grandeza!...
¿qué tempestad podrá herir ese resto de todas las tempestades, y qué
cataclismo podrá conmover ese cataclismo abierto en forma de cruz?...
¿qué pueden los hombres contra un Solitario?...
un Solitario, es la cruz donde agoniza un Cristo que no ha mentido;
es la cima de donde baja la Aurora;
el eterno corazón de Prometeo, hecho un Sol.
El peor de los mirajes del Amor, es ser el viaje de dos almas, hacia un
Paraíso, en el cual ninguna de ellas cree.
El Recuerdo, es el ruiseñor de nuestro corazón...
no canta sino cuando ya ha venido la Noche;
he ahí, por qué, cierta edad de la Vida, ya cercana a la vejez, es como
una selva poblada de ruiseñores: todos los recuerdos cantan en ella...
cantan las «Aleluyas» del Amor lejano...
y, es como un himno al sol, cantado desde el corazón profundo
de la Noche...
cantan los ruiseñores del Recuerdo;
y, su canto es como el De Profundis de una Vida, entonado en las selvas
de la Muerte.
La Vida, es un sueño que se disuelve en la Muerte; y la Muerte es otro
sueño que despierta en la Vida...
la serpiente simbólica, que se muerde la cola;
el círculo Inexorable de la Eternidad...
La primera parte de nuestra Vida, la alimentamos con el Amor; y es
la más bella;
la segunda, la alimentamos con la Ambición; y es es la más fuerte;
la tercera, es decir, la última, la alimentamos con el Orgullo; y es
la más triste...
¿qué parte de nuestra Vida, no alimentamos con nuestros sueños?
el Amor, la Ambición, y el Orgullo...
sueños son...
y, con ellos alimentamos, este trágico sueño que es la Vida...
Tal vez el Dolor no existe sino por lo corto de nuestra Vida;
si la Vida fuese eterna, el Dolor se haría monótono, y, terminaríamos
por habituamos a él;
pero, eso no habría gustado a la maldad ingénita de la Vida;
no habría sido grato a los ojos vorazmente crueles de la Naturaleza;
porque lo que caracteriza la Vida, es eso:
que no tiene entrañas;
que no se conmueve nunca;
que no se apiada jamás...
implorarla; ¿ para qué ?
quejarse; ¿con cuál objeto?
sufrirla; si se es débil;
o
matarla; si se es fuerte.
To be or not to be;
that is the question.
La ahogante Melancolía de ciertas horas, llenas de un mudo ensueño,
tiene no sé qué vibración apacible, qué egoísta Voluptuosidad,
semejante a la de oír desde el lecho, caer la lluvia en la noche;
creemos que es nuestro Pasado que gime, fuera de nosotros... y lejos
de nosotros...
mentira...
es nuestro corazón , que llora dentro de nosotros;
y llora a causa de nosotros mismos...
pero, tan hondo, tan hondo, que apenas si lo oímos, como el bordoneo de
una abeja perdida en la selva, palpitante, como una chispa en la verdura
nocturna.
Este movible paisaje de nuestra Vida, proyectado sobre la tela inmóvil
de la Eternidad, ¿por qué carece de grandeza?
precisamente porque está entre dos Infinitos: el Tiempo y la Eternidad;
y, ¿qué grandeza puede existir, o puede ser visible, ante esos dos
océanos de grandeza, que llenan el Misterio del Mundo?
¿qué somos nosotros, qué es nuestra miseria, ante la Omnipotencia
muda del Destino?
¿qué?
algo como un insecto cogido en nuestros dedos;
apenas si sentimos el débil palpitar de sus alas prisioneras;
apenas si sabemos que tiene un corazón...
y, lo matamos;
así el Destino.
La Bondad, nace tarde en nosotros, porque es tarde que nos hacemos
tolerantes;
la Tolerancia, es una flor de Crepúsculo; la última rosa, que se abre
sobre el rosal ya ajado del Desprecio.
Por todas partes donde vais, ¿no sentís el tenebroso instinto de
la Tierra, que quiere devoraros?
es que nosotros somos su alimento;
el alimento de esa Madre, que vive de devorar sus propios hijos.
¿Qué es nuestro Pensamiento?
la Conciencia de nuestro ser;
¿qué es nuestro Ser?
la Conciencia viva de la Tierra;
y, ¿qué es la Tierra?
una Inconsciencia;
el vientre de todas las Inconsciencias, aplastantes y aullantes, del
Supremo Inconsciente...
¿Dios?
¿Destino?
¿Acaso?
¿qué importa el Vocablo?
lo que falta es el Sujeto...
dadme el Sujeto, y yo os diré entonces cómo se llama el Dolor supremo
de la Vida.
Hay una clase de Hombres, que se aman sinceramente a sí mismos, aman
a los otros hombres, y aman la Vida;
son los últimos hijos del Doctor Pangloss;
ellos, son felices a causa de su ceguedad;
no se han mirado a Sí, ni a los otros, ni a la Vida...
no les abráis los ojos;
morirían con el primer rayo de luz que llegara a su cerebro;
conservad esa raza de acéfalos emotivos;
sin ellos, ¿quién creería sinceramente en Dios?
¿Qué es la Vida?...
una caza al Hombre, hecha por los lebreles de la Muerte.
¿No es ridículo este sueño de nuestro cerebro,
empeñado en crear Obras Inmortales?
¡miserable centro de células, y nervios, encaprichado en engendrar
astros!
¡oh! ¡Ensueño!
¡oh! ¡Vida!
¿por qué no dejáis de ser grotescos, sino para haceros tan cruelmente
siniestros?...
pero, ¿qué sabéis tampoco vosotros, si sois como el Hombre un
interrogante en el Vacío?
Es un error de los espíritus superficiales, creer que los escritores de
profundidad, son escritores sin encanto;
es la impotencia mental de sumergirse en ellos, la que hace que no se
hallen, los tesoros de encanto, que hay en el fondo de su profundidad;
ellos, son como el Océano, toda su flora, y su fauna, están en el fondo;
¿qué culpa tienen ellos, de permanecer sin encantos ante los ojos de
aquellos incapaces de toda Exploración?
la misma que tiene el Mar, de permanecer ignorado por aquellos que no
le suponen más vegetación, que la de esas algas marinas, que van
eternamente vagabundas sobre la cresta de las olas.
El fastidio mortal de ciertos libros, nos viene no propiamente de su
aridez, sino de su cortesanía, es decir, de su invencible tendencia
a hacerse amables, lo cual los hace insoportablemente insípidos;
rara vez nos interesa vivamente un libro que está en todo de acuerdo
con nosotros;
la contradicción, es el más poderoso incentivo a la lectura;
de ahí, que los libros que más leemos, no son siempre aquellos que
más amamos;
y, es la distintiva de un Espíritu, verdaderamente superior, el conceder
su admiración a aquellos libros a los cuales no ha dado su cariño;
y, les rinde el homenaje de su cerebro, reservando a otros el culto de
su corazón.
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