¿
qué iba a decirle para disculpar la posesión de la valiosa sortija ?
inventó la burda historia de una vieja joya de familia que hasta entonces
no había querido empeñar;
el prestamista taimado y, experto, vió
lo falso del relato, porque la joya
era muy moderna, pero deseoso de servir a la joven y sabiendo el objeto
a que el dinero era destinado, lo dió
sin vacilar, contentándose con decir:
-No importa, no importa, aunque fuera robada, yo, por usted iría hasta la
cárcel;
y, sonrió de la chanza brutal, creyendo haber hecho un cumplido.
Sabina enrojeció hasta la punta de sus cabellos, e intentó sonreír para
disimular su turbación;
ya en la calle y con el dinero en su poder, detuvo un coche y se hizo conducir
a la Clínica del eminente Cirujano que había visitado a su madre;
haciéndole creer que había recibido dinero de un pariente lejano contrató
una habitación, y, el precio de la operación en el cual se le hicieron algunas
concesiones;
al abandonar la Clínica, estaba radiante de alegría;
ya su madre no iría al Hospital; no sería despedazada en la mesa de
operaciones, sirviendo su cuerpo venerable, de tema de estudio a médicos y
practicantes… ;
ahora, sería hospedada en una Gran Clínica, operada por el Primer Cirujano
de la Ciudad, secundado por eminencias médicas;
ya su madre no moriría…
se salvaría…
se salvaría…
a esa idea su corazón susultaba de ventura…
y, así, cuando llegó a su casa, para participar a su madre su nueva resolución,
no supo sino arrojarse sobre el lecho gritándole:
- ¡
Mamá
! ¡
Mamá
! ;
y, la besaba y la abrazaba con desesperación, como si alguien fuese a
arrancarla violentamente de sus brazos;
y, doña Zoila, viendo llorar a su hija, lloraba también, dulcemente,
sin saber a ciencia cierta por qué lloraba.
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