Thursday, June 28, 2012

Otoño Sentimental__IV


Blanca ha venido;
fuí a buscarla a la gare;
tuve que hacerle reproches por lo inadecuado de su traje, que aunque negro,
estaba recargado de adornos, donde había notas de color subido;
la seguían tres aspirantes de la Escuela Naval, con los cuales había fliteado
sin duda, en el trayecto y los cuales se desbandaban al oír cómo ella me llamaba
al verme en el anden diciéndome:
-Papá, papá…
llegados al suntuoso villino donde había muerto Augusta Cossío,
Blanca no tenía ojos, sino para mirar los jardines, las fuentes y las estatuas, 
que lo enmarcaban y lo decoraban en un espectáculo de fastuosidad;
en todo pensaba menos en la muerta;
no quería entrar a la cámara mortuoria, donde yacía el cadáver en lujoso ataúd,
sobre paños negros con ramazones de lirios de plata y cirios mortuorios,
en grandes candelabros de metal;
entró cogida de mi mano, y miedosa como un niño;
no quería mirar la muerta y se tapaba las narices con un pañuelo diciendo que
ya estaba mal oliente;

cuando la monja le extendió la rama de boj húmeda en agua bendita para que
aspergiara el cadáver no supo hacerlo y, quedó lela, mirando la religiosa que
era medio jorobada y, caminaba renqueando:
-Mira a Sor Armadillo- me dijo, e intentó reír;
se contuvo ante mi gesto de reproche;
la monja que la oyó le dirigió una mirada fulminatoria.

Hemos tenido necesidad de ir a comer a un Restaurante de la ciudad porque
Augusta Cossío no tenía servicio, y era las hermanas enfermeras quienes
la atendían últimamente.

Una multitud enorme de gente de Lecco y de las poblaciones cercanas,
ha desfilado ante el cadáver de Augusta Cossío, haciendo así homenaje
al genio de la gran artista;
yo me he negado a ver y a recibir a nadie;
eso ha hecho hablar a los periódicos del dolor inconsolable del viudo, al cual
se une el dolor del gran poeta que ha visto desaparecer la mejor intérprete de
sus obras;
el mundo es muy divertido a causa de su cretinismo.

Hemos sepultado a Augusta Cossío, en el suntuoso mausoleo que ella misma
había hecho construir: una bella Obra de Arte; de una simplicidad encantadora;
la diosa de la Tragedia, que lo decora como único ornamento, domina con el
gran gesto augusto de su brazo extendido al horizonte el diáfano azul del lago,
la cinta moaré del Adda y la altura dolomítica del Resegone.

El Notario de la ciudad, en cuya Notaría estaba depositado el testamento de
Augusta Cossío, ha venido a darme conocimiento de él;
deja todos sus bienes a la Escuela de Declamación de Milano, y a un Asilo de
Huérfanos de Artistas, que ella misma ayudó a fundar;
eso me deja indiferente;
nunca pensé en heredar a aquella que por un capricho de la suerte fué mi mujer;
sólo me deja como legado, un legajo de papeles;
son las cartas del poeta polonés, que fué su primer amante; y, en las cuales
habla con una gran ternura de su hija;
¿ qué hija ?
Blanca:
eso se desprende de un esbozo de testamento, hecho primero y anulado luego,
en el cual Augusta dejaba toda su fortuna a esa hija tan amada, y, me nombraba
su tutor;
la carta en que me hacía la confesión de su maternidad estaba entre las del Poeta
alcohólico que la había amado tanto;
¡ pobre Blanca !… ha perdido su herencia…
pero, no ha de faltarle nada mientras yo viva;
ahora siento que la amo más, como si la muerta al castigarla la hiciera más
sagrada para mi corazón.


Blanca, no ha demostrado ninguna emoción al saber que Augusta Cossío,
era su madre, sólo tuvo un gesto de despecho al saber que la desheredaba:
-Felizmente, tú eres rico - dijo - y, ahora te vas a casar conmigo, ¿ verdad ?
y así seré la condesa Sergi, lo cual es siempre mejor que ser la hija de una
cómica, hija de Fredra, y nieta de Minos y de Pasiphaé ¡ uf ! Qué horror…
y rompió a reír estrepitosamente.

Hemos regresado a Villa augusta libres y felices…
atravesamos días de un sereno amor en estos lugares donde nació nuestra pasión
y donde los paisajes parecen tener voces reminiscentes que nos hablan de ese
cercano y delicioso pasado…
Blanca es ajena a todas esas emociones;
esa niña no tiene la memoria del sentimiento, y casi podría decirse que no tiene
corazón;
todo ideal que no sea el del placer está proscrito de su cerebro;
amar… amar… amar… pero en el sentido de la carne…
ése es su solo sueño…
el poeta dipsómano que fué su padre,  dejo en ella este funesto germen de
degeneración;
una degenerada;
¡ cuánto trabajo me cuesta hacerme a mí mismo esta confesión !

Nuestra vida corre como un gran río de Amor que nos lleva…

¿ hacia dónde ?
el temperamento de Blanca es excesivo y alarmante;
sus fantasías pasan los límites del decoro y dan pábulo a las murmuraciones de
la servidumbre;
su exquisita locura me contagia, y, me presto con ella a las peores extravagancias...
la casta mansedumbre de las flores parece enrojecer con el impudor de nuestras
licencias…
la deliciosa demencia de nuestros éxtasis sensuales, ha hecho de todos los sitios
de los jardines reposorios de nuestras voluptuosidades…
morir...
¿ qué me importa si muero mirándome es sus grandes ojos, hechos desmesurados
por el poder de las insondables lujurias ?…

Blanca se aburre enormemente en Villa Augusta;
esta cárcel de mármoles y, follajes como ella dice, principia a hacérsele odiosa:
-Yo no quiero estar aquí encerrada - ha dicho - ; tú te haces viejo y aunque eres
supremamente elegante, el espectáculo de tu elegancia no es bastante a consolarme
de la ausencia de otros espectáculos mejores; yo quiero vivir, divertirme,
gozar mi vida; no hay sino una juventud; ¿ crees que voy a consumir la mía en esta
claustración de amor, envejeciendo al lado tuyo, cerca al fantasma de  Augusta
Cossío, viendo ajarse mi juventud en esos espejos que reflejan sus gestos
trágicos, cerca a estos rosales inermes, que presenciaron nuestros primeras
caricias, y verán al fin la fatiga de nuestro amor ?… no, caro mío, no; si te
haces celoso, y quieres tenerme encerrada aquí, me escapo aunque sea con
el chauffeur;

y, me miró suplicante;
todas las sirenas de los mares del Amor, se asomaron a sus ojos y cantaron
en ellos; la romanza inolvidable, del amor que nunca muere;
y, me tendió los brazos;
y, se colgó a mi cuello…
y, me cubrió de besos…
y, huyó, tarareando una canción luisquincentista, y, ensayando un paso de gavota;
y, se perdió en las frondas del jardín, como una libélula de oro en la tarde luminosa;
sí… ; lo hará como lo dice;
se escapará con el chauffeur sino la saco de aquí;
se escapará…
y, qué será de mí sin ella ?
siento que no podría vivir, sin el vino que bebo en la copa de sus labios y,
la fuerza que me da el calor de sus ojos magnetizantes;
no hay otro aire respirable para mis pulmones, que el aire que ella respira;
no hay más paisajes amados para mi corazón que aquellos que han recibido
la santificación de sus miradas;
para mí, el mundo no existe sino retratado en el cristal de sus pupilas, prisionero
del cerco tenebroso de sus pestañas;
se diría que ha sorbido mi alma, que me la ha robado; mi ser, parece ahogado,
desaparecido en las ondas de este insondable amor… tan humano, y sin embargo
ilimitado como si viviese más allá de la humanidad…
mis libros yacen quietos en sus anaqueles: mi pluma se enmohece sin trabajar;
mi último drama está aún inconcluso;
es verdad que ya no será interpretado por el alma trágica, los grandes gestos
impecables y la divina voz pasional de Augusta Cossío, pero, también es
cierto que después de la muerte de ésta y sabiendo que tengo en cartera esa
producción, las dos únicas artistas de nuestra escena, que valen algo, me lo
han pedido;
pero, todo ha muerto en mí…
todo, hasta el amor de la Gloria…

odo... todo absorbido por esta pasión fatal…
fatal… sí;
porque ella amenaza devorar todo lo noble que hay en mí…
todo… hasta mi genio.


sus caprichos son mi ley;
el resorte de la Voluntad empieza a romperse en mí;
ella quiere partir, y es preciso que partamos…

 ¿ a dónde ?
ella misma no lo sabrá decir…
a viajar, a divertirse…
acaso a encontrar otro amor que haya de suplir al mío…
¡ oh ! Comme l’amour est bête

 y, es a causa de su bestialidad que nos domina.

Henos aquí en viaje;
lo primero que Blanca me ha exigido al partir es que no lleve libros:
-Tus libros me fastidia - ha dicho- , no hay nada más aburrido que
un hombre que lee;
ella, no lee nada…
ni siquiera novelas de amor;
dice que el amor debe vivirse y, no leerse;
no muestra predilección por Teatro; la sombra de Augusta Cossío
parece alejarla de él;
no ama sino el Café-Concierto; es su Ideal;
no hay noche que no me exija llevarla a un Music-Hall;
el público de aquellos sitios parece atraerla con la fuerza de un imán;
se siente fascinada por él como un pájaro por una serpiente;
cuando entre los entreactos, ora en el foyer, ora en el promenoir, se ve
mezclada al cocotaje espléndido que por allí circula, y siente las miradas
de los hombres, pesadas de deseos, posarse sobre su cuerpo, que el
atrevimiento de las toilettes deja casi desnudo, yo, la siento feliz, sus ojos
se hacen fosforescentes de concupiscencias, los cartílagos de sus narices
se dilatan, como las de una bestia en celo, y de toda ella emana un hálito
de voluptuosidad casi bestial;
lo que pubescente, de exquisito, de tardía infantilidad había en ella, y,
la hacía un enfant gâté , adorable, en sus caprichos, ha desaparecido;
es ahora voluntariosa, imperativa y rauda de sus ternuras parece agotarse
lentamente;
las artistas y cocotas absorben por completo, su atención y, su admiración;
no tiene ojos sino para ellas; copia sus gestos, sus actitudes y, sus toilettes,
con una fidelidad alarmante;
ayer, que para hacerle reproches y, algo enfadado con ella por cierta libertad
de maneras que comienza a serle habitual desde que frecuenta esos sitios,
le dije:
-Cualquiera te confunde con una cocota.
y  ella replicó:
-De veras? ¿ tanto así me he elegantizado ?
y, mostró tal felicidad en el semblante, que me dejó asombrado;
siento que un áspid nace en el corazón de este lirio que ayer perfumaba
mi vida con su candor.

Hemos tenido que cambiar súbitamente de Hotel porque las asiduidades
de un oficial del Ejercito por Blanca, han comenzado a hacerse alarmantes;
ayer, los sorprendí en un coloquio atrevido que ha podido finir muy mal;
fuí prudente porque mi situación es embarazosa;
se hacen comentarios sobre el extraño ménage que hacemos Blanca y yo;
para los unos, ella es mi hijastra; para los otros, es mi querida,
y para los más atrevidos de pensamiento, es ambas cosas a la vez;
como yo viajo siempre con mi nombre propio, mi nombre de escritor,
Conrado Ricci, unos dicen Señorita Ricci, otros Señora Ricci - y esto
la enfada- , otros que saben de mi título, le dicen por lo bajo: condesita;
ella prefiere pasar por mi hija;
eso es difícil;
yo, he cumplido ya cuarenta y ocho años; dos pasos más, y cantaré
el aria de la cincuentena, de que habla Stendhal; ella no tiene aún diez
y ocho, y, a causa de los mimos de que la rodeo, conserva todavía cosas
de niña;
esta diferencia de edades principia a ser la tristeza de mi Vida…
a esta hora crepuscular, el sendero del Amor, lleva directamente a la derrota;
la dulce melancolía de este crepúsculo no dice nada al corazón, hambriento
de victorias.

Henos aquí en el Hotel Majestic;
aquí estamos más aislados a causa de lo alto de los precios;
un público de ingleses, Yankees y, rusos acaudalados;
las toilettes cocotescas de Blanca, llaman la atención, pero todos la hallan
supremamente elegante;
unos la cree una cocota de alto rango que viaja en ménage improvisado;
otros, la creen una artista; quiénes nos suponen un matrimonio en viaje
de novios; pero, todos admiran su belleza, su prodigiosa belleza que
enloquece los hombres; las mujeres se muestran celosas;
sabiéndome en la ciudad algunos artistas y reporteros de revistas
literarias me han visitado para preguntarme qué trabajos tengo en
cartera y, si pienso dar algo para el teatro;
algunos han añadido frases de admiración para el talento fenecido
de Augusta Cossío; ¿ por qué he creído ver un oculto reproche en esa
admirativa evocación de la gran muerta ?
estos reportajes han venido a recordarme, lo que el torbellino de esta pasión
me ha hecho olvidar, que soy el gran escritor de que ellos hablan, y he puesto
fuera los manuscritos de mi drama « El Sueño de Cleopatra » , interrumpido
a la aparición de Blanca en el camino de mi Vida…
y, ensayo continuarlo…
vano empeño;
para vivir la Tragedia he dejado de escribirla;
los periódicos han publicado mi retrato y anunciado mi llegada a esta ciudad;
eso ha hecho revivir mi nombre, un poco olvidado…
en el fumoir de Hotel, sobre los queridones del salón , en las manos de las señoras,
veo ejemplares de mis novelas;
eso consuela un poco mi orgullo…
¡ cómo el corazón del hombre es ilimitado !

Las ligerezas de Blanca empiezan a ponerme en ridículo;
todo campo le parece bueno para sus coqueterías;
las horas que pasamos en el comedor son horas de verdadera tortura
para mí, porque es imposible evitar que sostenga un coloquio de ojos
con alguno, como ella dice tan desenfadadamente…
y, luego los flirt en el salón;
eso es abominable…
las señoras empiezan a hacerle el vació…
y, los hombres a rodearla, cada día con más insistencia;
y, ¡ ay de mí si le hago alguna observación !
en el acto me dice:
-Si has de tiranizarme así, te dejo plantado, y, me voy con el primero
que me lo proponga…
y, lo hará… lo hará…
eso me hace sufrir enormemente;
empiezo a sentirme fatigado para luchar…
y, siento que todas mis energías se ahogan en los pozos ignescentes
de sus divinos ojos de Esfinge.


Sin consultar a Blanca he alquilado un apartamiento amueblado y,
nos hemos trasladado a él;
eso la ha contrariado mucho;
al saber que tenemos servicio en casa, y, las sesiones de flirt se acaban,
porque no vamos a comer a Restaurante, su indignación ha subido de punto;
casi fuera de sí me ha dicho:
-Crees que voy a estar toda la vida en este tête-a-tête con la momia perfumada
del caballero de d’Orsay, con un cadáver embalsamado de Brumal ?
y, escapó furiosa…

¿ de dónde ha sacado eso de d’Orsay y de Brumal ?
¡ oh ! Ya recuerdo; son palabras de un diario que me insultaba hace poco;
tiene pasión por los periódicos que me insultan; corta las caricaturas que
se hacen contra mí, y, me las enseña a cada momento…
en cambio los periódicos que me son fieles, no le merecen ningún cariño…
se hace mala y procaz…
¿ qué obscuros y lejanos atavismos surgen en ella ?…

Todos los grandes Teatros de la ciudad, a comenzar por el de la Scala,
me han enviado tarjetas y palcos gratis, como obsequio;
no he logrado que Blanca vaya a ninguno de ellos: çam’embête, ha dicho,
y no ha dado otra razón;
en cambio, no hay Music-Hall, Salón de Variétés y Cafés-Conciertos,
que no hayamos conocido, aún los más bajos, aquellos en que la infamia
llega a su apogeo;
es indescriptible lo que ella goza en esos medios, mientras más canallescos
más encantadores para ella;

se ha hecho presentar todas las estrellas de Cafés-Conciertos, aun aquellas
de los más abyectos, y, es feliz de recibirlas en nuestro apartamiento y
organizar fiestas en su honor;
se me ha escapado esta palabra, que no tiene que ver nada con esa gente.
Blanca, ha establecido para ella sus tardes de recibo;
y, lo que ella llama sus tes, es algo ignominioso, por la canalla lírica,
que concurre a ellos;

las cocotas más inmundas se disputan el honor de estos tes en casa de
la Ricci como la llaman;
¿ a dónde ha ido a parar la gloria de mi nombre ?

Ha hecho su aparición, un divo, que nos presentaron la otra noche en
Kursaal Diana.
Blanca, se aficiona a él terriblemente;
es un flirt ignominioso el de ese divo ambiguo,

que tiene más el aire de un rufián, que de un cantante.

Blanca quiere dedicarse al Teatro como cancionista;
y, me ha puesto el dilema imperativo: o la dejo seguir lo que ella
llama su vocación, o se va como partiquina en una compañía de Opereta,
que el divo organiza para llevar a Buenos Aires;
capitulo;
que sea cancionista;
pero, que no me deje;
que no se vaya con ese divo hermafrodita, que empieza a corromperla
con su aliento.
 



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