Saturday, June 30, 2012

Otoño Sentimental__V.


Dos grandes maestros para enseñarle las canciones; uno francés
y otro italiano ;
cuatro sesiones por día;
la vecindad se alarma;
tiene un oído de tumba, y una voz de cencerro;
pero, es tan bella;
ensaya actitudes tan provocativas, que de seguro triunfará en el Teatro;
de seguro que triunfará…
será una estrella pornográfica de primer orden…
¿ de dónde ese fondo de canallería que vive en ella ?

¡ Cómo es de inexorable la ley de la herencia !…
la afición de blanca a los licores, toma proporciones alarmantes;
el morbos paterno se desarrolla en ella, con una inexorabilidad
científica fatal;
casi no hay día que no se embriague…

Mi casa se ha convertido en una especie de foyer, de Music-Hall:
hay un desfile permanente de artistas, y de cocotas, que vienen a ayudar
a Blanca en sus ensayos, y, a prepararla lo mejor posible para su aparición
en público:
-Ça serà èpatant , moncher, èpatant- me decía una artista de varietés,
que hacía toda clase de varietés, sin ningún arte, y deshonraba la canción
francesa destrozándola en un barrio de arrabal…

-Despampanante, chico, despampanante - me decía una española que enviada
a Milán, para estudiar el bel canto, había fracasado por falta manifiesta de
aptitudes, y se había refugiado en la canción, como en la forma más
aprovechable de la prostitución, y añadía - : Es una suerte loca la de esta chica;
nuestra suprema aspiración, es principiar por cancionistas, y, acabar por
queridas de un viejo rico; y, ésta ha empezado por donde todas queremos acabar;
no la estrangulé para vengarme de los públicos de Music-Hall, condenándolos
a oír por algún tiempo, las berridos pentagrámicos de esa vaca lírica.


Se aproxima el día del debut de Blanca;
dos mil liras, he debido pagar, al empresario que la contrata, para que pueda
cantar en el Alcázar;
cinco mil liras para trajes, hechos en París, Torino, y Milano;
y, una suma, casi igual para cronistas de diarios, que han de anunciar
la aparición de la Nuova Stella, en los cielos del Arte;
he envilecido mi nombre de escritor, valiéndome de él para recomendarla
a periodistas amigos, a quienes he sentado a mi mesa para presentarlos;
ella está radiante de ventura;
ha escogido por nombre de combate el de Bianca Stella.

El debut de Blanca ha tenido lugar…
estrepitoso…
el Teatro, era apenas capaz para contener la claque, enviada y pagada
por nosotros;
el plafond estuvo a punto de desplomarse al ruido de los aplausos a tres
liras por persona;
quinientas liras, en ramos y coronas;
una apoteosis de mi bolsillo;
los diarios fueron muy gentiles con ella, y todos hablaron de su hermosura,
que efectivamente, era fascinadora;

los otros, hablaron de su elegancia insuperable;
y, auténtica sin duda, porque casi todos sus trajes habían venido directamente
de París;
la apoteosis delirante, se repitió todas las noches; hasta aquella en que se
suspendió el paga de la claque;
ese día fué el fracaso;
ha habido necesidad de emigrar para un teatro más modesto:
allí el público menos culto ha sido menos tolerante;
y, heme aquí obligado a salir de Milán, e ir a las poblaciones pequeñas
a llevarles la nueva estrella.

Blanca principia a tener el record de la canción, no picaresca que eso sería
aristocratizar mucho, el vocablo, ni aun canallesca siquiera, sino obscena;
el couplet inmundo es su caballo de batalla; y con él triunfa;
la obscenidad de sus decires, no es superada sino por, la obscenidad de sus
deshabillés paradisíacos que han llamado ya la atención de las autoridades;
como es tan poderosamente, tan sugestivamente bella, hace furor en estos
públicos de brutos en orgasmo;
pero, los Music-Hall de cierta nombradía, no quieren ya de ella…
se ha encanallado mucho, para aparecer en otros escenarios, que no sean
los de los teatros de suburbios.

Blanca ha quedado sin contrata;
para consolarse se embriaga ignominiosamente;
quiere arrastrarme todas las noches a las grandes brasseries, y a salones
de varietés, donde se reúnen los noctámbulos y los noceurs;
yo, la acompaño contra mi voluntad, porque me ha dicho que de no hacerlo
así, irá sola…
su conducta en esos lugares es ignominiosa;
supera por sus actitudes escandalosas a todas las demás artistas y cocotas
de que se rodea.

Hemos conocido un Empresario de Teatros mitad italiano, mitad gaucho,
que quiere llevar a Blanca a la República Argentina;
yo me opongo a ello;
este Manager, me parece un racoleur de femmes;
sí; este falso Empresario es un reclutador de mujeres para las casas de
prostitución de allende el mar…
y, ha puesto sus ojos sobre Blanca, es decir sobre mi corazón.

Hoy he dicho a Blanca:
-Ese hombre no es un Empresario, es un rufián; él no te llevará a ningún
Teatro en Buenos Aires, sino a ua casa de prostitución.
-Tanto da- me respondió fríamente - y, luego añadió con un furor
reconcentrado en la voz - :
-Lo que yo deseo es ser libre, verme lejos de ti, lejos de tu tiranía…
y, al decir esto me miraba con odio. con un odio tan grande, que yo
no hubiese sospechado jamás.

Comprendo que Blanca ama al sucio proxeneta, que quiere embaucarla
para llevársela a Buenos Aires, y, al cual he prohibido pones los pies en
mi casa;
sospecho que se ven en casa de Colette, una cocota parisiense, que sin duda
quiere partir también para America;

prohíbo a Blanca ir a esa casa;
por toda respuesta me ríe en la faz, se pone el sombrero y, sale tarareando
el couplet de una canción, injuriosa para mí…

Blanca, no ha venido a cenar;
la he esperado hasta media noche;
salgo en su busca.


He recorrido en vano todas las brasseries, los cafés, los foyers de teatros,
los restaurantes de noche, todos los lugares de placer, donde se reune la
gente alegre;
no la he hallado en ninguno…
el alba me sorprendió en un café de la Galería Vittorio
he regresado a casa, esperando que sea hora de poder ir en Qüestura,
para denunciar la desaparición de Blanca, y, poder saber así, a dónde está,
a dónde se la llevan…
cuando me preparo a salir, recibo una carta suya, en la cual me dice que
parte para la Argentina, que no la siga; que yo no tengo ningún derecho
para detenerla, porque no soy ni su padre, ni su hermano, ni su pariente;
que huye de mí porque me detesta; que escapa a mi tiranía, que no quiere
sabes nada de mí, que quiere ser libre lejos de mí porque: la sombra de un
viejo, como la del manzanillo enferma todo lo que cubre ...
ni una palabra de amor;
ni una palabra de consuelo…
por todo adiós un insulto…
¿ qué le he hecho yo ?...

amarla...  amarla...  con delirio...  amarla hasta las lágrimas...
lloro… sí… lloro por ella…
¿ a qué enmascarar mi infamia ?
todo amor envilece…
y, envilecerse el la única gloria posible en el Amor.

Renuncio a denunciar a la Policía la desaparición de Bianca Stella;
no tengo ningún derecho para perseguirla;
ella misma me lo dice;
y, tiene razón…
no tengo otro derecho que el de mi amor… ; este pobre amor solo mío;
mi amor mutilado por su ingratitud...

ese amor al cual no le queda  sino una ala, y,  no pudiendo volar se arrastra
 miserablemente tras de ella.

Sí;
yo podría hacer detener a Blanca, y, a su acompañante, porque registrando
mis papeles veo que me falta un fajo de billetes de banco, que tenía en mi
escritorio;
poca cosa…
tres mil liras…
pero bastante, para hacerla detener y encarcelar…
¿ yo ? ¿ yo, hacerla perseguir, hacerla aprisionar,
causarle un dolor, hacerla verter una lágrima ?…
no; no, no…
primero morir que torturar su corazón…
su ingrato corazón, por el cual sufro todas las torturas.


He averiguado cuándo salen vapores para la Argentina y de qué puertos;
sale uno de Genova, otro de Marsella…

¿ en cuál se embarcarán ellos ?

¡ Ya lo sé ! ¡ Ya lo sé;
parto con mi pasaje en el bolsillo para tomar el mismo vapor en que ella va;
yo, la salvaré;
yo, la arrebataré a las manos de ese miserable, que quiere explotarla;
el Amor me da fuerzas juveniles para ir en su seguimiento…
lo muy triste del Amor es que en él donde acaba el Idilio,
principia la Tragedia;
y, yo, siento que entro violentamente en ella…


Llego tarde…
el buque que lleva a Blanca ha partido esta mañana…
heme aquí condenado a esperar quince días la salida de un nuevo buque;

¿ qué haré de mi tiempo ?
¿ qué haré de mi desesperación ?


Leo una noticia horrible;
un submarino ha torpedeado en plena mar el buque en que iba Blanca;
ciento ochenta ahogados…
los pocos sobrevivientes han sido recogidos por un buque que los
desembarcará aquí;
voy a las oficinas de la compañía naviera a tomar informes;
en la lista de los sobrevivientes está la cancionista Bianca Stella;
susulto de alegría;
el inmundo individuo que la acompañaba ha perecido…
que los peces le sean piadosos, y sus huesos no vean el sol.


¡ Cómo son largos estos días de espera !…
he estado a punto de caer enfermo de angustia.


Hoy llegan los náufragos;
voy a su encuentro.


Blanca desembarca;
no viene sola;
un individuo de aspecto sospechoso la acompaña;
ella, trae por todo equipaje, un maletín de mano;
tiene el aire fatigado y sufriente;
voy hacia ella;
finge no haberme visto;
le hablo;
me acoge muy fríamente…

acepta mi hospitalidad, pero diciéndome:
-Por pocas horas, ¡ eh !… porque yo tengo un amigo entre los náufragos;
sentía tan vehemente deseo de tenerla entre mis brazos y cubrirla de besos,
que no dije nada;
y, dormimos juntos;
y, cuando esta mañana he despertado, ella había partido;
no iba sola;
la acompañaba mi cartera y, el dinero que había en ella.


Hoy veo en un anuncio la reaparición de Bianca Stella en el Fauno,
un cafetín para marineros, sito en una de las callejuela más cercanas
al puerto;
voy allá;
el ambiente es canallesco; el aire irrespirable;
hay un vocerío asordador;
las artistas desde el escenario, apostrofan al público, que las corea;
regurgita la bestialidad en los rostros y en las palabras;
cuando Bianca Stella, sale a la escena, la aplauden con frenesí;
viene casi desnuda y, canta los más obscenos couplets, con movimientos
desopilantes de lascivia;
se contorsiona, mueve las caderas en gestos de hacer enrojecer una estatua;
en una de esas gesticulaciones saltó un agrafe de su corsé, y un pecho salió
afuera…
uno de sus divinos pechos esculturales, por los cuales yo había enloquecido…
el público aplaudió furiosamente;
ella reía a carcajadas…
vacilaba en le escena;
se veía que estaba ebria;
me apercibió en el único palco ocupado, donde ya mi indumentaria
elegante había llamado la atención de aquel público mal oliente, y
señalándome con el dedo me espetó una copla insultante, que terminaba
diciendo:
              
aquel viejo con smoking,
             me parece un Canguró

acentuaba la última palabra sin duda para las necesidades de la rima y
llevando una de sus manos a la nariz me hizo el gesto insolente de Gavroche;
todo el público volvió a mirar hacia el palco y río a costa mía;
yo, soporté ese chaparrón de burlas, lleno de una enorme piedad por aquella
que me insultaba;
cuando terminada la función, las artistas bajaron al sucio tugurio,
que hacía las veces de foyer, ella corrió a sentarse sobre las rodillas
de su hombre, un golfo afeitado y con el cabello peinado a bucles,
el cual emigraba de limpiabotas a Buenos Aires, y, se había salvado
del naufragio;
escapé de allí con el corazón transido de dolor.

Hoy la he visto; hace un momento, en un callejón sombrío donde el
Destino me llevó;
iba mal trajeada, sin sombrero, los cabellos en desorden y del brazo de
su hombre;
daba traspiés, ignominiosamente ebria;
ambos me vieron;
él quiso pararse y hacer el valiente, pero ella lo arrastró tirándolo del
brazo; y se alejaron riendo;
el ruido soez de aquellas carcajadas, parece perseguirme hasta aquí y,
no me deja dormir.

Dicen los diarios de hoy, que la antigua cancionista Bianca Stella,
ha sido arrestada, con otras gentes del mal vivir, comprometida de un
robo de alhajas, hecho por Rizos, chulo mal afamado, que le sirve de rufián;
siento una gran piedad por esa desventurada criatura; y voy a interesarme
por ella;
la traje aquí y durmió conmigo;
esta mañana, aún en la cama, apoyando un codo sobre la almohada y
sosteniendo con la mano su cabeza aún muy bella, me dijo, mirándome
con un resplandor de odio en las pupilas:
-Si yo te hubiera matado anoche mientras dormías, ¡ qué sensación hoy
en la ciudad ! ¡ah ! cómo hubieran pregonado los vendedores de diarios:
« La muerte de Conrado Ricci; el gran escritor asesinado por su antigua querida.»
¡ qué reclamo para mí; qué reclamo !; pero tú no tienes ni revolver, ni puñal,
ni nada con que poder matarte…
y, así diciendo me miró con desprecio; se vistió apresuradamente; y salió;
no ensayé detenerla; dando gracias al cielo, de que amaestrado por el robo
que me hizo el otro día, yo, había guardado al entrar mi dinero y, mi revólver,

 en una habitación vecina, bajo llave.

Hoy me ha dicho un camarero del Hotel, que la conoce por haberla oído cantar,
y, haberla visto conmigo alguna vez:
-¿ Sabe usted dónde está la Bianca Stella ?
-No.
-Pues, en las Siete Puertas;
las siete puertas es el nombre de la casa de prostitución más asquerosa y,
de más baja clase de toda la Ciudad.

Llevado por los más viles designios, he ido a las Siete Puertas.
Blanca, no está ya allí;
ha sido expulsada por ebria y por escandalosa;
se dedica ahora a buscar hombres, en las callejuela de los suburbios.


¿ Qué maldito instinto me llevó anoche, hasta ese dédalo de callejuelas
obscuras que desembocan en el puerto ?
yo, no sé;
pero, ello es que al llegar al punto dónde varias de esas callejas se bifurcan,
para formar una plazoleta, en la cual las palmeras hacen sombra hospitalaria
sobre los bancos de piedra, oí los acentos de una disputa;
tres marinos ebrios, discutían con una mujer, y, se veía que después de haber
usado de ella, la brutalizaban por no pagarle;

me acerqué al grupo;
la mujer, prendida al cuello de uno de los hombres, pugnaba por detenerlo;
éste, se desprendió de ella, la arrojó por tierra y, se encarnizó en darle puntapiés;
me interpuse para defender a aquella infeliz;
los marinos hicieron frente;
uno de ellos estaba armado y, disparó, sin duda al aire para amedrentarme;
asustados de su propio disparo, echaron a correr hacia el puerto;
eran marinos de uno de los buques de guerra, allí anclados;

me acerqué a la mujer, que estaba tendida en tierra, y, tan ebria que apenas
pudo balbucear al verme:
-¿Tú también ? ¿ tú también quieres ? ven - y, ensayó levantar su ropas,
medio rotas en la lucha;
la alcé del suelo, y la miré en la faz;
era Blanca;
ella también me reconoció, y me rechazó brutalmente diciendo:

-Contigo no; contigo no…
y, me cubrió de improperios;
entonces, la traje hacia mí:

apoye el cañón de mi revólver entre sus dos cejas; y disparé;
murió sin quejarse;

la acosté sobre el banco y, me alejé, porque sentí que llegaba gente;
me escondí entre un grupo de palmeras;
los que llegaban, eran carabineros del puerto, que traían presos a los tres
marineros que huían;
el ruido del disparo los había hecho acudir, y habían topado de manos
a boca, con los marinos que corrían;
el que tenía el revólver temblaba;
al ver muerta la mujer se cubrió el rostro con la mano.

-Cobarde - dijo el jefe de los carabineros - , matar a una mujer…
me alejé de allí, y, me perdí en las tinieblas de la calle adyacentes.


Hoy los vendedores de periódicos vocean: ¡ El crimen del Puerto !
¡ Una mujer asesinada !
y, los diarios relatan el asesinato de una prostituta ejecutada por un marinero
del vapor Kastel, anclado en el puerto;
como la ciudad está en estado de guerra, el marinero ha sido sometido
a consejo de guerra sumarísimo y si es condenado será ejecutado a las
veinticuatro horas de dictada la sentencia…
un escalofrió recorre todo mi cuerpo.


Han sido éstos, días de terrible expectación;
el marinero ha sido condenado a muerte, y será
ejecutado al aclarecer el alba de mañana.

Leo en los diarios que al amanecer de hoy, a bordo del Kastel, ha sido
fusilado el asesino de Bianca Stella;

¡ qué alegría tan grande me posee !…
me siento absolutamente feliz…
el cielo me parece más bello, y la tierra más habitable…
puedo decir con el Poeta:
hoy el cielo y la tierra me sonríen;
hoy creo en Dios.




                               Fin



               


















No comments: