la Libertad, invocada por todos, en esta hora de angustia, y, traicionada por todos,
después de la Victoria, volverá a ser como siempre, degollada sobre el altar del Orden,
y sus apóstoles proscriptos, volverán a llorar en el destierro, la derrota de todos sus
ideales…
y, en nombre del Orden y, de la Libertad, el Hombre continuará en ser el enemigo del
Hombre;
el Hombre de hoy, en nada superior, al Hombre antiguo de los tiempos más remotos,
continúa y, continuará, en combatir y, en morir, como en tiempos de Homero y,
de Moisés, por los mismos dioses inertes y feroces, por los muros de sus ciudades
crueles e inhospitalarias, por las mismas esclavitudes ancestrales, por las cuales
murieron sus mayores;
si Dios, queda en pie;
si la Patria, queda en pie;
si la Tiranía queda en pie;
¿por qué extrañar entonces, que los hombres se preparan de nuevo para combatir y
morir por ellos o contra ellos?
si las fuentes del Odio, entre los hombres quedan vivas, ¿
por qué extrañar que sus
siniestros manantiales, hechos ríos de sangre, vuelvan mañana a inundar la Tierra?
desde los tiempos míticos, las guerras entre pueblos, han tenido los mismos orígenes;
defender o imponer sus dioses;
defender o imponer sus patrias;
defender o imponer sus amos;
por eso han sido;
por eso son;
por eso serán;
las guerras de ayer;
las de hoy;
las de mañana;…
si esta guerra, en vez de destruir robustece las causas mismas que la ocasionaron,
¿cómo sostener que esta guerra es algo más, que un drama inmisericorde y expiatorio,
un Crimen inútil y fatal?…
el Crimen de los dioses y de los reyes;
ante él… ¿
cómo dar un lugar a la Esperanza en el cerebro de los pensadores?
si los dioses y, los reyes que hicieron esta guerra, continúan en reinar,
¿cómo creer que esta guerra ha salvado algo, sino ha destruido nada?...
si las grandes y fatales quimeras quedan en pie…
es preciso declarar..
que esta guerra que ha ensangrentado el mundo, no lo ha salvado;
que esta guerra, que ha agitado tantos problemas, no ha resuelto ninguno…
que esta guerra que ha destruído tantos pueblos, no ha fundado ninguno,
porque sobre aquellos que quiere resucitar, intenta poner una corona;
y, un pueblo, bajo una corona, no es un Pueblo, es un Fantasma;
resucitar una nacionalidad, para hacer de ella el feudo de una estirpe, es un Crimen
mayor que dejarla dormir en su tumba sellada con el escudo de sus viejos amos;
fundar nuevas monarquías, es, llenar de nuevos crímenes la Tierra;
el Derecho Divino, es la negación del Derecho Humano;
un Rey es la negación de un Pueblo;
¿cómo creer en los ideales de una guerra, que en vez de crear nuevos pueblos,
habla de crear nuevos reyes?
si la teoría de las razas;
la teoría de las nacionalidades;
la teoría de las religiones…
salen intactas de esta guerra;
si por ellas, continúa el Oriente, en lanzarse contra el Occidente,
la Cruz contra la Media Luna, lo que se llama la Barbarie, y, el derecho de
conquista, continúa en agitar la bandera del Despojo…
si en vez de hablar de la República de Polonia, de la República de Rusia,
de la República de Albania, de la República de Grecia, se habla de sostener
viejas monarquías, o de crear otras nuevas…
entonces…¿qué ha sido esta guerra miserable?
¿qué, este inútil asesinato de pueblos?
¿a qué pues, hacernos ilusión sobre el Porvenir?
los que escribimos inclinados sobre esta catástrofe, no tenemos derecho de
engañarnos, ni de engañar al Mundo;
en cuanto a mí, ninguna gloria me seduce, siendo el comentarista de esta guerra,
cuyas batallas otros relatan, con un lujo de detalles que hacen horror a su pericia;
yo, no soy un cronista de ejércitos;
ni un historiador de batallas;
no describo la guerra;
la comento;
no describo la marcha de los ejércitos hacia la Victoria…
trato de estudiar y, de narrar la marcha de los pueblos hacia la Libertad,
en esta noche sin senderos y, sin orientaciones fijas, donde las predicciones
se rompen contra el escollo de lo desconocido en perspectiva;
el ruido de las armas, me asorda;
el tropel de las águilas graznantes me confunde;
pongo oído atento a la palpitación de las arterias del mundo que se desangra,
tratando de adivinar lo que siente ese mundo que va a morir…
trato de orientarme en el vuelo de las ideas, que cruzan vencedoras o vencidas,
por este horizonte de Tragedia, escapadas al crepitar de la hoguera formidable;
en las entrañas de sus victimas donde los agoreros antiguos, leían el porvenir;
es en las entrañas de los acontecimientos, donde los han leído los filósofos y
los historiadores de todos los tiempos;
los tiempos actuales son bien turbados, y, los cielos poco serenos para el vuelo
de las profecías;
el Futuro, es el hijo del Pasado;
el Presente, es un campo de Interrogación…
y, el mundo tiembla ante este interrogante, inmenso como un pórtico de cielo…
solo los muertos han dejado de temer y de temblar;
solo ellos, no tienen ya el pavor del Porvenir;
solo ellos, han callado;
solo ellos han conquistado su Reino Inabarcable;
millones de hombres han caído en el montón anónimo…
los unos la cara contra el suelo, como para devorar el secreto de la Tierra,
que tanto amaban;
los otros, la faz hacia el cielo, como para interrogar el secreto de los cielos
en que creían…
la Tierra, que creó los hombres, y, el Cielo, que creó los dioses, han permanecido
mudos ante los muertos…
y, tal vez, solo los muertos han vencido;
porque solo ellos serán libres;
solo ellos no volverán jamás a la cadena;
serán los únicos libertadores por la guerra…
los otros, todos volverán, vencedores o vencidos, a sus apriscos miserables;
los recintos de los templos, las fronteras de las patrias, las murallas de los
Estados, volverán a aprisionarlos y a devorarlos;
con la libertad en los labios y la cadena en los corazones, volverán a sus
antiguas servidumbres, no quedándoles otra soberbia posible que la soberbia
de la ergástula…
y las cenizas de tantos héroes, no habrán servido, sino para abonar un nuevo
mundo de esclavos.
El arte de escribir en medio de las ruinas, es un Arte difícil, cuando no se trata
de descubrir las ruinas del Arte;
en el fracaso de un mundo que se derrumba, es difícil tener el pulso bastante firme,
para describir sin temblar las peripecias de ese derrumbamiento;
las olas del naufragio nos rodean y amenazan socavar el suelo deleznable, sobre el
cual, contamos asombrados las olas de ese naufragio;
la metralla barre pueblos enteros de sobre la superficie de la Tierra, el cañón zapa
los fundamentos del mapa político del Mundo, y, la espada tinta en sangre marca
la tumba de los pueblos que aún no han nacido y marca las fronteras de los pueblos
que van a nacer al conjunto de la Victoria…
a excepción de Francia, el mundo todo, parecía haber repudiado la Libertad, cuando
estalló esta guerra;
un Cesarismo que a falta de virtud, tenía audacia, y a falta de genio no sabía tener
sino Insolencia, aterrorizaba al mundo desde los baluartes de Prusia;
el pretorianismo de Alemania, ebrio de sangre antes de probarla, sorprendía la
tierra por sus vicios, antes de sorprenderla por sus crueldades, y los comensales de
Enlembourg, eran la vanguardia de los soldados de Von Bising;
era de los valles de Pentápolis, de donde venían las legiones destructoras de Bélgica;
el mundo tembló ante aquellas hordas que venían de las riberas del Mar Muerto,
después de haber coronado de flores la frente de Heliogábalo, y, haber puesto en su
mano afeminada el acero de Atila;
y, el mundo retrocedió ante los bárbaros...
¿qué tenía para oponerles?…
en Rusia, el Imperio Místico de un Idiota, seguido de sus hordas de esclavos recién
vencidas por las legiones del Extremo Oriente;
en Inglaterra, un Imperio de mercaderes sin soldados;
en Bélgica, un puñado de héroes, barridos por la metralla;
¡y, el Genio de Francia!
de Francia, espiritualmente tan grande, que su nombre, no era ya de una nacionalidad,
sino de una Civilización;
la Civilización Latina…
esa Civilización que se extiende por las riberas mediterráneas, como una floración
de Arte y de Fuerza, bajo una frondason de siglos, que presencian atónitos, la marcha
y la vuelta de sus carabelas conquistadoras;
esa Civilización que había conquistado el Mundo, y, tenía prisioneras en sus selvas
a las legiones de Arminius;
fué contra esa Civilización que vinieron en tropel, los bárbaros ebrios y fracasantes,
osados de brazos y, tímidos de corazón, que hasta entonces, encorvados ante su amo,
no habían sabido sino temblar, bajo el taconeo atrevido de sus botas imperiales;
ellos, se encargaron de sorprender al mundo por sus crímenes, antes de sorprenderlo
por sus victorias;
fundidos en el corazón de sus selvas bárbaras, las abandonaron dejando el cadáver
de la Justicia ahorcado en el último árbol de sus selvas asesinas…
si el Danubio fué el dios paternal de Alarico, puede decirse que el Rhin, fué el dios
paternal, de los teutones de Atila, precipitados sobre el mundo para asolarlo…
¿quién detuvo las olas de los bárbaros, camino a la Conquista de la Tierra?
la Espada de Francia;
¿dónde se rompió la invasión salvaje, que parecía, no hallar obstáculo a su
corriente devastadora?
en las riberas del Marne;
los bárbaros que lo habían pillado todo hasta cerca a las murallas de París,
retrocedieron vencidas ante los ejércitos de la República, que agitaban la
bandera de la Libertad, sobre la púrpura del Imperio, destrozada y fugitiva…
el Pueblo, venció la Horda;
y, el Mundo fué salvado;
el Marne, marcó el límite momentáneo de dos mundos;
el de la Civilización Vencedora, y el de la Barbarie Vencida;
esta ya no hizo sino retroceder, como una serpiente decapitada buscando su cubil;
la Horda caminando de espaldas, inició su regreso a la Selva Negra, marcando
con un diario fracaso, la legitimidad de su derrota…
el miraje, de la Victoria, se borró de los ojos de los bárbaros con las torres de Notre
Dame, y la visión de París, borrándose en el horizonte, cada vez más imposible y,
más remota;
la Espada del Galo, había degollado la Conquista;
la marea del Asesinato retrocedía para devastar otras legiones;
los esclavos del César, no podrían ya vencer el Mundo, y, eran a su turno,
vencidos por él;
la Batalla de Dios, podría ser llamada esa batalla, por aquellos que creen en Dios…
en ella, la Espada de la Libertad venció, un ejército de reyes y un rebaño de pueblos…
más de veinte testas coronadas, tuvieron que inclinarse, ante los estandartes victoriosos
de la Civilización que venían a combatir…
allí el de Prusia, señalando con su brazo articulado y enteco, el camino de París,
a sus esclavos galoneados, obtusos bajo la sombra de sus cascos;
allí el de Baviera, con la locura de su raza trágica en los ojos y la sangre de Luis el
Soñador, en sus manos, de ambicioso coronado;
el de Sajonia, rompiendo con su enorme cabeza de cornúpeto, los zarzales de las selvas,
que creían ver pasar un búfalo coronado;
el de Wurtemberg, con un claustro universitario por todo ejército, y una espada de dos
metros más larga que su reino diminuto;
seguíalos una farándula hilarizante de grandes duques, que no tenían de grandes sino
el título, y cuyos ducados tenían el peso de un ochavo;
la sombra del Príncipe de Piombino, parecía presidír la marcha de aquellos fugitivos
de Andorra, cono sus mesnadas de opereta;
alguno había, que dejando desiertos sus Estados, por la leva, no traía por todo ejército
sino una jauría de galgos, no diferentes, en mentalidad de los otros conquistadores;
ese séquito, cómico y trágico, fué dispersado en el Marne, por el huracán de la Derrota;
fué la espada de Joffre, la que hizo retroceder, esa cohorte de soberanos aventureros y
sus ejércitos de lacayos;
fué el genio de Joffre, el que organizó esa Batalla del Milagro;
¿no es un Milagro el Genio del Hombre?
el único visible y verdadero;
líbreme mi propio decoro, de la vergüenza de querer levantar un Hombre,
sobre un Pueblo;
yo he sido y soy destructor de ídolos, no un creador de ellos;
yo, no pondría a un Pueblo, por pavés de un Hombre, sino a condición de
degollar ese Hombre sobre el pavés, y romper en mil pedazos el escudo degradado;
la sombra de los acontecimientos, disminuye la talla de los hombres…
en la vastitud de un escenario donde actúan los pueblos, apenas si es visible la talla
de los hombres;
la Obra devora al Hombre…
en la hora actual, ya no hay grandes hombres, sino grandes pueblos;
no hay ya figuras centrales para los retratistas de la Historia;
los grandes combatientes, son hoy los grandes pueblos, y, en medio de ellos,
los que antes se llamaban los grandes hombres, no son ya visibles;
no ya solo el Genio del Hombre desaparece en el Genio de la Patria, sino que
el Heroísmo Individual, se funde en el Heroísmo Colectivo y, desaparece en él,
como una llama en el fulgor de un incendio;
ya no se habla de Héroe, sino del Heroísmo;
éste, no es ya una Virtud Individual; es una Función Social;
morir heroicamente, es morir normalmente;
el Sacrificio, es la muerte natural;
tanto así se ha desmesurado el Heroísmo en los sangrientos fastos de la Historia;
el misterio de la Vida, y el de la Muerte, han sido de tal manera desgarrados por
las manos brutales del Destino, que se han hecho visibles y casi familiares al ojo
desnudo del Hombre;
la Vida se ha hecho una Ilusión;
la única Realidad es la Muerte;
hacia ella marchan los hombres en desesperación, como enloquecidos por el
deseo de hundirse en la Eternidad;
el Imperio de la Muerte, no tiene ya límites en su Supremacía;…
lo abarca todo;
antes la Vida, era una trayectoria de la Cuna hacia el Sepulcro…
hoy el Sepulcro se ha puesto en marcha, y camina hacia las cunas, con el designio
de devorarlas, después de haberlo devorado todo;
hoy el elemento integral de la Vida, está en su destrucción;
todas las fuerzas físicas y las fuerzas morales del mundo, concurren a ese fin…
¿qué vale pues el Hombre, en medio de ese torbellino de hombres, que pasan
empujados hacia la Muerte, como las hojas de una selva, llevadas por el viento del Otoñó?…
nada, nada, nada…
eso purifica el ambiente de la Visión Moral, que se hace más pura y más extensa,
con una diafanidad de Aurora…
los Grandes Hombres…
… ¿
es qué hoy, no hay grandes hombres?…
sí;
sólo que hoy, todos los hombres son grandes…
de pie sobre la Cima del Sacrificio, dominan la curvatura de los siglos, y se imponen
al horizonte de la Historia, llenándolo hasta sus confines más remotos…
en ese torbellino de fuerzas, ciertos hombres aparecen, no sobre los pueblos, sino en
medio de los pueblos, no dominándolos sino salvándolos, marcando una hora de Gloria
en el cuadrante inexorable del Tiempo…
Joffre, es uno de esos hombres; aquél que se impone más fuertemente a la admiración
respetuosa de los hombres…
por ser:
el Vencedor del Marne;
y, por ende;
el Salvador de Francia;
el Libertador del Mundo;
porque todo eso significa la Victoria del Marne…
ante ella enmudece por falta de significación, la nomenclatura de todas las batallas…
la espada de Joffre, decapitó el Dragón teutónico;
fué el San Jorge de este Combate Inmortal, que tiene el esplendor de la Leyenda;
toda prosternación, es un envilecimiento;
la teoría de la Adoración, empequeñece al Hombre;
la teoría de la Admiración, lo enaltece…
la Adoración, envilece por igual, el Ídolo, y, el Idiota;…
en su bajeza infecciosa, ella hace con igual irreverencia, de un Dios, un Hombre, y,
de un Hombre un Dios, por la necesidad cobarde de prosternarse y de adorar…
la Admiración, no…
la Admiración, honra por igual al Admirado y al Admirador…
es el homenaje «
racional»
del Alma al Alma…
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